Corría marzo del 2007 cuando en NOTICIAS decidimos plasmar en una tapa el fárrago de indicios y testimonios que apuntaban contra el ahora detenido ex superministro Julio De Vido y su equipo de recaudadores informales. Entre ellos, el ya célebre José López, por entonces secretario de Obras Públicas. Me tocó encabezar esa investigación y hablar con distintos dirigentes y empresarios de la construcción y el transporte que en voz baja –pero alarmados– aludían al modus operandi impuesto por el kirchnerismo para hacer negocios con el Estado. Algunos decían que los funcionarios de De Vido les exigían algo que bautizaron “el favor político”, un original neologismo para definir a las coimas. Otro hombre de negocios me confió que un colaborador del hoy famoso López le sugirió luego de una reunión en su despacho: “¿Y cuándo se va a afiliar al partido?”. Y un funcionario de la gobernación de Río Negro agregó en off the record que los laderos del poderoso ex ministro de Planificación les pedían una “garantía” del 15 por ciento cuando la Nación le adjudicaba alguna obra a la provincia. “Dicen que es la garantía por si no terminamos la obra. ¡Pero cuando la terminamos se lo quedan igual ese 15 por ciento!”.
Los citados ejemplos hablan de la inventiva verbal del anterior gobierno para algo tan viejo y burdo como robar. Hasta para eso tenían “relato”.
En la mencionada tapa, además de De Vido y López, aparecían otros funcionarios de Planificación que terminaron envueltos en distintos escándalos y causas judiciales, como Claudio Uberti, Ricardo Jaime, el primo de Néstor, Carlos Kirchner, y Nelson Periotti. Entre todos manejaban una caja de 5.000 millones de dólares fuera de control. Y solo el último de ellos hoy sigue libre.
Fue hace once años, cuando el grueso de la opinión pública estaba entretenida con otras cuestiones menos sombrías que el latrocinio que se ocultaba detrás de la fiesta K.
Unos días después de escribir esa nota tuve un encuentro informal con Carlos Grosso, el polémico ex funcionario menemista (y hoy consejero macrista) que por entonces asesoraba en las sombras a De Vido y su equipo. Me mencionó aquella portada y dijo: “Esa bala pasó cerca, ¿eh? Rozó la yugular”.
El Gobierno había acusado el impacto. Pero en tanto la Justicia y el resto de la prensa (con honrosas excepciones) miraran para otro lado, el problema podía manejarse. Así ocurrió.
Aún recuerdo el debate que tuvimos en NOTICIAS a la hora de titular esa tapa con la irreverencia que caracteriza a la revista. Le pusimos “La superbanda de De Vido”. ¿Pero no sería demasiado?
Once años después, el ex superministro y su elenco acaban de confirmarnos que nos quedamos cortos.
por Franco Lindner
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