Sin lugar a dudas, Claudia Piñeiro fue este año un referente social fundamental en los temas de género. En mi opinión, hay cuatro razones que explican lo ocurrido, tres han sido adelantadas por sí misma, la restante la diré al final.
En su notable discurso de inauguración de la Feria del Libro de Buenos Aires, citando a Griselda Gambaro, Graham Greene y Emile Zola, Claudia dijo que el escritor tiene que estar en conflicto con la autoridad, no como antagonismo sistemático sino como un estado de disidencia alerta, es decir, no complaciente con el statu quo sino manteniendo una visión crítica de la realidad.
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En esa misma oportunidad, manifestó que el escritor tiene como una suerte de “antenas” que le permite percibir lo que ocurre en una sociedad, para luego transmitirlo a través de la escritura. Por último, cuando se preguntó a sí misma qué espera el lector del escritor, si se limita a distraerlo, enriquecerlo con la belleza de una narración bien contada o si también se le requiere un compromiso con la realidad política, social y cultural, apostó por esto último.
Ahí están las claves. Claudia percibió que se está produciendo una transformación social y cultural en el mundo. La recuperación de la mujer como sujeto pleno de derechos. El derecho al aborto legal, seguro y gratuito es, en la Argentina de hoy, un capítulo esencial de esta lucha. Y Claudia asumió el desafío con pasión desde su rol de una referente de la cultura. Hubo un plus personal. Un discurso potente, enfático, desinhibido, atrayente, racional.
La vida me ha puesto al lado de Claudia Piñeiro y soy testigo de sus sueños, preocupaciones y desvelos. Distinguirla por su actividad en el año en defensa del género me parece inobjetable.
*Abogado
por Ricardo Gil Lavedra*
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