El mundo podría dividirse entre los que adoran el animal print y los que lo detestan. Este sentimiento tan antagónico hacia el más clásico de los estampados, se reavivará este año cuando las amantes de los leopardos, los tigres y las cebras aprovechen la tendencia y se lancen a usarla a toda hora.
Tan clásico como las cadenas, los lunares y los flecos, el animal print siempre vuelve y forma parte de todas las colecciones, de todas las etiquetas, en algún momento de su historia. Para algunas incluso, como Cavalli o Dolce&Gabbanna, es esencial a su ADN.
Tampoco hay estrella que no se haya atrevido alguna vez a lucir sus encantos salvajes, desde Marilyn Monroe a Jackie Kennedy, pero en este caso, también hay celebrities que han hecho de esta estampa su sello, como Susana Giménez, verdadera adicta a los felinos.
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¿Podría interpretarse a partir de esta predilección una personalidad desbordante y agresiva o por el contrario, una carencia de carácter o una timidez insuperable? Cualquier lectura en este sentido sería ridícula. Pero es imposible no reconocer que, por esos misterios de la formación del gusto, hay gente que se siente cómoda con estas estampas de tan compleja elegancia.
Porque hay que decirlo todo: salvo que se tenga una figura minimalista y la prenda en cuestión sea un ejemplo de calidad, el animal print puede transformarse en la más vulgar y disruptiva de las elecciones fashion.
Hecha esta aclaración, viene la noticia: este año cualquiera que esté atento a las vidrieras, pasarelas y looks de celebrities podrá ver animal print hasta el exceso. Las que lo aman estarán felices. Las que lo odian, se abroquelarán en un negro absoluto.
por Adriana Lorusso
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