Cuando hay tradiciones que se contraponen entre sí, los argentinos prefieren la más placentera por encima de la que exige algún tipo de restricción. Es normal en este siglo en el que el hedonismo es más atractivo que el sacrificio. La vivencia emotiva, inmediata, que provoca sensaciones de placer a los sentidos, por encima del esfuerzo y forjarse en la dificultad. Esto hace que la tradición religiosa de Semana Santa y las abstinencias tengan menos vigencia frente a la tradición carnívora, aún en Pascuas y otros momentos muy especiales del año para el cristianismo.
Esto no significa que la gente dejó de ser religiosa o dejó de ser católica. Significa que algunos de los ritos de sacrificio dejaron de ser obedecidos a rajatabla como en otras épocas y que las religiones también tienen que reinventarse en las formas de establecer la relación con sus fieles.
Hace algunos años, había todavía una relación de reverencia en la vivencia religiosa de la Semana Santa y la gente obedecía estas tradiciones de abstinencia de consumo de carnes rojas y otro tipo de sacrificios, como abstenerse de escuchar música, de levantar la voz e incluso de salir de casa, salvo para acudir a la Iglesia. Realizar ayuno y preparar alimentos a base de pescados y vegetales, dependiendo de la tradición culinaria regional.
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Privarse de ciertos manjares y por supuesto, la abstinencia se extendía también a la sexualidad, las bebidas alcohólicas y a bailar. Incluso a hacer bromas y reírse. En algunas pocas zonas rurales es probable que este tipo de tradición se mantenga de manera más rigurosa, sin embargo en la mayor parte está casi extinta.
En el ámbito nacional y en la Provincia de Buenos Aires, cerca de cuatro de cada diez personas dice que va a misa en Semana Santa. Un poco más de la que suele ir en otros momentos del año. Mientras que en la ciudad de Buenos Aires solamente el 30% dice que acude al rito y alrededor de siete de cada diez no lo hace. Las mujeres y las personas mayores son las que más mencionan acudir a la Iglesia durante esta celebración.
En la Argentina el tema del consumo de carne es más laxo y mucho más en la ciudad de Buenos Aires. En el país y en la provincia de Buenos Aires, el 35% y el 38% dice que lo evita durante toda la semana, mientras que el 22% y el 21%, respectivamente, lo evita solamente el Viernes Santo. El resto no le presta demasiada atención a este rito (39%). Al igual que con la misa, la ciudad de Buenos Aires es distinta al resto del país: aproximadamente seis de cada diez personas respondieron que no le prestan atención alguna a la prohibición de comer carne.
Al igual que lo que pasa con la concurrencia a la ceremonia de Pascua, son también las mujeres, las personas mayores y las que cuentan con menores niveles educativos y económicos las que más se aferran a la tradición de evitar el consumo de res.
Si bien los textos bíblicos no hablan de prohibiciones específicas, la liturgia acostumbra evitar el consumo de carne roja durante la Semana Santa, particularmente los viernes de la cuaresma y el Viernes Santo.
Es parte de las abstinencias que vienen después del carnaval, dedicado, desde el punto de vista religioso, a que se puedan desatar algunos excesos antes de que inicie este período de recogimiento. En un país altamente carnívoro en el que el consumo de pollo se lo suele asociar con la enfermedad y, en algunos casos, con la pobreza, los días feriados de las Pascuas son momentos para disfrutar con familiares y amigos, también con un asado, saliendo de viaje, o comiendo fuera en alguna de las parrillas que, por lo general, están abiertas y aprovechan, como es normal, un día que puede resultar rentable para el negocio por la cantidad de comensales que llegan.
por R. N.
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