Mauricio Macri sumó a la Argentina a una zona de libre comercio con la Unión Europea para finalizar una década en las que las exportaciones locales -medidas en cantidades y no por precios, que son volátiles- vienen en franca caída, un 12,8% entre 2011 y 2018. Incluso los envíos de productos primarios (agro y minería, excluida la energía) bajaron 2,8% en ese periodo, antes del repunte de 2019. En los primeros cinco meses de este año, las exportaciones totales mejoran 9,9%.
Desde 2011 cayeron las de todo tipo (en esta nota siempre consideraremos las cantidades). Las manufacturas de origen agropecuario, desde carne vacuna hasta harinas y aceites de soja, 6,4% hasta 2018; los otros bienes industriales no agrícolas, desde autos hasta químicos, un 23,9% y los combustibles, un 9,4%.
Entre 1990 y 1999, con la apertura comercial de Carlos Menem y la globalización, las exportaciones crecían al 9,1% anual. Entre 2003 y 2011, en los primeros ocho años del kirchnerismo, al 3,6%. Entre 2012, primer año del segundo gobierno de Cristina Kirchner, y 2018, tercer año de la gestión de Macri, las ventas externas se contrajeron al 2,2% anual.
La economista Andrea Osorio, de la Fundación Capital, atribuye la merma desde 2011 sobre todo a la menor demanda brasileña de manufacturas de origen industrial argentinas. “Las exportaciones mostraron una buena dinámica hasta 2011, momento en el que la tendencia se revirtió”, analiza Osorio. La especialista advierte un cambio en 2016, cuando Macri llega al poder y liberaliza las exportaciones de maíz, trigo y carne vacuna: “Si bien desde 2016 las ventas al exterior se estabilizaron, la cantidad de productos exportados fue en 2018 la misma de 2005”. El año pasado el campo fue afectado por una gran sequía. Osorio señala que si se compara con 20 años atrás, el único rubro en el que desciende la exportación es el de la energía, un 69%, por el declive que comenzó a registrarse desde 2003 y pese al 41% de aumento en 2018. En estos vaivenes no solo influyó el descenso de la extracción sino el incremento de la demanda en la era K y su posterior retroceso en la crisis actual.
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La consultora Abeceb -que fundó el ministro de Producción y Trabajo y negociador del acuerdo Mercosur-UE, Dante Sica- advierte: “El peso relativo de los bienes más transformados en las exportaciones es el mismo que a comienzos de este siglo y en las últimas dos décadas los productos primarios ganaron peso en las ventas externas. Esto obedece, en parte, a la dificultades de la Argentina para insertarse en las cadenas globales de valor y atraer inversiones productivas”. En los 2000, los alimentos le ganaron terreno a la industria forestal y sus derivados y la textil. Abeceb, que preside Mariana Camino, elogie que “el Gobierno ha comenzado a encarar una estrategia activa de apertura de mercados y ha elevado esfuerzos para triplicar exportaciones con vista a 2030, lanzando el programa Argentina Exporta”, que incluye herramientas informáticas, de marketing y financieras.
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Marcelo Elizondo, de la consultora DNI, explica por qué en 2011 se llegó a un pico de exportaciones, cuando aún regía el superciclo de las cotizaciones de las commodities: “Primero, porque conseguías mejores precios por lo que exportabas y segundo, porque exportaban más empresas porque el precio alto les permitía competitividad a los que con valores normales no llegaban”. Elizondo considera que “la Argentina está atascada con un problema de oferta exportable que tiene cuatro razones: la macro, que nunca se arregla y que incluye un orden jurídico rígido en una economía mundial dinámica; los cuellos de botellas en puertos, autopistas y ferrocarriles; la falta de empresas competitivas y la ausencia de acuerdos de apertura recíproca”.
Corea. Andrés Wainer, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y el Conicet, atribuye la merma exportadora desde 2011 a la baja de la producción hidrocarburífera, “el pobre desempeño de los principales socios comerciales, afectados por la segunda ola de la crisis internacional de 2008/2009, fundamentalmente Brasil, China y la Unión Europea, y también pudo jugar algo la apreciación real (ajustada por inflación) del tipo de cambio, pero no tanto por pérdida de competitividad, que pudo haber sucedido en algunos productos industriales en particular, sino por la especulación de los agroexportadores que retienen parte de la cosecha esperando una devaluación y el fin de las retenciones”. Para revertir la tendencia, Wainer aboga por aumentar la exportación de energía y por políticas industriales de largo plazo que tornen competitivos nuevos sectores, de modo de diversificar la matriz productiva. Se trata de una receta que han desarrollado con éxito los pocos países que saltaron de la pobreza al desarrollo en el siglo XX como Corea del Sur.
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