Boris Johnson se salió con la suya otra vez. Ganó las elecciones primarias de los Tory, el Partido Conservador inglés, y sucederá a Theresa May como primer ministro luego de su renuncia por el conflictuado Brexit. Johnson se impuso con el 66% de los votos contra el 34% de su rival, Jeremy Hunt, el actual ministro de Asuntos Exteriores en una victoria cantada.
“Gracias a todos por el increíble honor que me han hecho. El tiempo para hacer campaña ha terminado y el tiempo para trabajar comienza a unir a nuestro país y partido, llevar a cabo el Brexit y derrotar a Corbyn. Voy a trabajar a toda máquina para pagar su confianza”, expresó vía Twitter el nuevo líder los Conservadores.
Hablándole a su partido luego de saberse los resultados de la elección, despertó en varias ocasiones grandes risotadas, que no es poco en un partido reconocido por su seriedad y rectitud. El Partido Conservador mete así sus esperanzas en las manos del excéntrico BoJo, como se lo conoce, luego del vergonzoso resultado de las últimas elecciones europarlamentarias y con la bandera del Brexit como insignia.
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El archienemigo y líder laborista Jeremy Corbyn, no tardó en responderle: “Boris recibió el apoyo de menos de 100.000 miembros no representativos (del país) del Partido Conservador, que prometieron recortes de impuestos para los ricos. La gente debe decidir quién debe convertirse en una elección general". Por su parte, el euroescéptico del Partido del Brexit, Nigel Farage, salió a felicitarlo. Pero no perdió la ocasión para desafiarlo: "Le deseo a Boris Johnson lo mejor, pero ¿tendrá el coraje de implementar realmente el Brexit el 31 de octubre como un objetivo de vida o muerte?".
La noche de Halloween podría llegar sin un acuerdo para el Reino Unido y la Unión Europea, y las consecuencias económicas que dejaría este “Brexit duro” podría incluso replicar en los mercados internacionales.
Brexit duro. La tarea que Johnson debe llevar adelante es áspera. El Parlamento ya se ha demostrado renuente a aprobar un Brexit duro, y dentro de su propio partido, los Conservadores “moderados” tampoco prestarán sus votos para ello. El punto más caliente sigue siendo el llamado backstop o salvaguarda irlandesa, la falta de acuerdo sobre el futuro de la frontera entre Irlanda -que forma parte de la Unión Europea- e Irlanda del Norte, que junto a Escocia, Gales e Inglaterra, forman el Reino Unido. Instaurar una frontera allí iría en contra de los tratados de paz que tanto costaron en la década del ‘90, y la propuesta del backstop es justamente evitar una frontera “dura” entre las dos irlandas, manteniendo a Irlanda del Norte dentro del mercado común europeo mientras el resto del Reino Unido lo abandona. Rechazada en tres ocasiones por la Cámara de los Comunes, la salida blanda fue la razón por la que una deslucida Theresa May terminó renunciando.
Por su parte, Bruselas no ve con buenos ojos la llegada de Johnson e insiste en que no dará marcha atrás con los acuerdos ya firmados. Frans Timmermans, el vicepresidente de la Comisión Europea ha expresado que “Un Brexit duro sería una tragedia para todos”, y definió a Boris como “un hombre de apuestas”.
Todo hace indicar que la situación terminará forzando una elección general, algo que ralentaría el conflictivo divorcio con la UE, pero pondría al Partido del Brexit de Nigel Farage nuevamente en el centro de la escena.
Desde el laborismo, en cambio, sostienen que la llamada a un nuevo referéndum sería la mejor salida de este laberinto. Los principales analistas creen que hay muchas más posibilidades de que se convoquen a elecciones antes de fin año a la realización de un Brexit duro.
Boris podría jugará con alargar el período de transición, llevándolo a cinco años, permitiendo de esa manera que ambas partes renegocien un nuevo tratado de comercial en la frontera de las dos irlandas. Sin embargo los tiempos se acortan, y con el verano en el medio, tanto el parlamento británico como la Comisión Europea retomarán sus tareas en septiembre.
Líder bufón. Historiador y periodista, 55 años, nacido en Nueva York y educado en las casas de estudios más importantes de Inglaterra, Boris Johnson es conocido por su excentricismo, su falta de ética, y sus ideas poco claras en materia política. Siempre desalineado, con su melena rubia desprolija, este personaje atípico ha sabido desafiar los estándares de autoridad de una manera graciosa e irreverente, quizás en ello radique su éxito, un desprecio total por lo políticamente correcto. Sus comentarios fuera de lugar, misóginos y llenos de cinismo han logrado calar hondo en capas populares frustradas por el rumbo de la economía de la isla de los últimos años y que ven en la Unión Europa la causa de todos sus problemas. Este bufón logró una fuerte identificación con estos “hombres comunes”, algo que en sus años de periodista se encargó personalmente de alimentar.
Su participación decisiva en la campaña del referéndum del Brexit de 2016, hizo creer que Johnson sería el sucesor de David Cameron, pero para sorpresa de todos, dimitió su candidatura. A cargo del ministerio de Asuntos Exteriores durante el mandato de May, sus vergonzosas participaciones son recordadas por la mayoría de los políticos europeos que hoy deben sentarse a negociar con él. Su famosa poesía sobre el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, teniendo sexo con una cabra, su comentario sobre la similitud entre Vladimir Putin y el perro elfo de Harry Potter o su definición de Hillary Clinton como una rubia teñida con labios inflados y una mirada fría y lívida de enfermera sádica de un hospital psiquiátrico, son algunos ejemplos de ello.
Boris será además, el primer ministro en llevar a vivir al 10 de Downing Street (la residencia oficial inglesa) a su novia Carrie Symonds de 31 años, convirtiéndose en la primera pareja no casada que ocupe ese lugar. Toda una revolución para las convenciones británicas.
Nuevo socio. Si bien el Brexit será el principal problema a afrontar, Boris tendrá algunas urgencias en las que enfocarse. Una de ellas será conformar su gabinete con personas que apoyen sin concesiones su decisión de irse de la Unión Europea sea como sea. A penas se supo de su investidura, muchos fueron los políticos que dejaron sus cargos como el ministro de Economía, Philip Hammond; el secretario de Estado de Justicia, David Gauke, la ministra de Cultura Margot James, o Alan Duncan, el segundo de Asuntos Exteriores, quien no disimula públicamente su desprecio por Boris. Otro problema será el gasto público elevado que deja la administración May y cuyo presupuesto fue pospuesto hasta después del 31 de octubre. La posible salida de la UE podría traer un gran desbalance de las cuentas públicas.
El gran caballo de batalla de BoJo será el posible trato comercial con Estados Unidos. “Me gusta Boris Johnson, siempre me ha gustado. Es un tipo diferente. Nos llevamos bien. Creo que tendremos una muy buena relación. La primera ministra anterior ha hecho un muy mal trabajo con el Brexit. Creo que Boris lo arreglará”. Con esas palabras se expresaba la semana pasada, el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Sintiéndose completamente identificado, lo llamó el “Trump británico” y exhortó a los políticos del Reino Unido a “mandar al líder del Brexit Party, Nigel Farage, a negociar con Bruselas, y si Londres no obtiene lo que pide a la UE, debería simplemente salir sin un trato”. Las relaciones entre Trump y May no terminaron de la mejor manera tras la renuncia del embajador británico Kim Darroch, luego de la filtración de cables diplomáticos donde el inglés definía al presidente norteamericano como inestable e incompetente. Luego de una catarata de tweets de Trump, May se vió en la obligación de retirar al prestigioso diplomático de sus funciones.
Todo esto, se verá condicionado por la actitud que tome el nuevo gobierno inglés respecto al programa nuclear de Irán. La UE espera una definición de Boris entre tomar partido por Estados Unidos o continuar apoyando la política comunitaria, en el medio de la crisis de los petroleros en el estrecho de Ormuz. Muchas aristas entrecruzadas para el gracioso de Boris, que continuará a divertir a su audiencia mientras decide el futuro británico.
Petroleras en crisis. El viernes pasado, el petrolero británico Stena Impero fue capturado por la Guardia Revolucionaria de Irán, en el estrecho de Ormuz, entre el Golfo Pérsico y el Golfo de Omán. Los iraníes acusan a Gran Bretaña de no cumplir con las normas de navegación y retener ilegalmente al petrolero de ese país ‘Grace 1’, el pasado 4 de julio en Gibraltar.
"Si Irán continúa por esta senda peligrosa, deberá aceptar el precio de una mayor presencia occidental en las aguas de su litoral", advirtió Jeremy Hunt, el ministro de Relaciones Exteriores y contrincante dentro del Partido Conservador de Boris Johnson.
“La incautación de petróleo iraní por parte del gobierno de (Theresa) May a instancias de Estados Unidos es piratería, pura y simple. Felicito a mi ex contraparte, @BorisJohnson, por haberse convertido en primer ministro de Reino Unido. Irán no busca la confrontación. Pero tenemos 1500 millas de la costa del Golfo Pérsico. Estas son nuestras aguas y las protegeremos”, expresó el martes el ministro de Exteriores de la República Islámica de Irán.
por Carla Oller
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