Parece haber quedado instituido como un código sin reglas explícitas, que todo acto oficial de importancia, sobre todo en una asunción presidencial, requiere del uso de traje formal en los varones y vestidos en géneros lujosos en las mujeres.
Las asunciones suceden generalmente en verano, eso explicaría la preferencia cada vez mayor por el color blanco en funcionarias, diputadas, senadoras, primeras damas y, en el caso de este año, la vicepresidenta. El tono es un clásico del tiempo cálido pero, además, dicen los expertos; tiene la virtud de combinar bien con cualquier otro, un item relevante cuando las imágenes grupales van a ser la regla del día.
El blanco siempre queda bien y es elegante. Sólo hay dos situaciones en las que está prohibido: frente al Papa y en los casamientos. Además, es una forma de luto, que reemplaza o se combina con el negro.
Ellos. En cuanto al traje de los varones, este año en las asunciones de Alberto Fernández y Axel Kicillof, el ambo azul y la corbata celeste sobre camisa blanca fueron dominantes. Algunos prefirieron el negro, el gris y corbatas más oscuras. Pero celeste, azul y blanco fueron los preferidos.
Si bien la combinación es clásica en los atuendos masculinos, cada vez se usa más, siguiendo una tradición norteamericana, que en actividades oficiales los funcionarios usen los colores de la bandera nacional. Esa también fue la combinación que eligió Verónica Magario para su asunción.
El resultado, en las transmisiones televisivas, es una paleta uniforme y armónica que, de paso, tiene referencias simbólicas a valores como la patria y la identidad.
Kicillof quebró la regla general y no usó corbata en su asunción, una opción muy frecuentada por el macrismo que es probable que adopten los más jóvenes del Frente de Todos.
Los más grandes no abandonarán jamás las corbatas, que parecen formar parte indisoluble del estilo no sindical peronista.
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