***1/2 Quizás el lector recuerde que de este personaje de una serie de novelas juveniles de espías (para entendernos: la versión James Bond de “Harry Potter”) tuvo una película hace poco más de una década. Es un chico de catorce años a quien su tío le inculcó habilidades de espía y guerrero, y que, tras la muerte de este, se ve obligado a ocupar su lugar. Es decir, la fantasía adolescente última, con todo lo que el género de espías fantasiosos (por eso Bond) tiene: acción, suspenso, aparatos increíbles, explosiones, romance y villanos fuera de toda norma. Más los problemas de cualquier chico de secundario. La serie es correcta y cumple con lo que promete, sin ir mucho más lejos que eso (no es, para hacer otra comparación, Jack Ryan, donde además mete la cola la política). Extensión de franquicia, ni más ni menos, pero sin aburrir.
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