**** La última película de Spielberg a la fecha es una oda a los años ochenta y, también, a toda la cultura pop. La idea de que la gente se refugia de una vida gris y sin horizontes en un mundo de videojuego no es tan descabellada (bueno, miren la cuarentena...), pero Spielberg le da una vuelta de tuerca a la novela original que permite pensar en que hizo las paces entre su exacerbada cinefilia (eso de vivir dentro de un cine, nada menos) y las necesidades de convivir con otros en el mundo real. De eso se trata. De eso, y del más asombroso, eficaz y funcional uso de la captura de movimiento y el efecto digital nunca realizado, con secuencias de acción vertiginosas pero, a la vez, claras, límpidas, comprensibles. Y emotivas, algo que no siempre se junta con la tecnología.
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