Todas las políticas del gobierno apuntan a mantener la estabilidad financiera hasta fines del 2015, priorizándola por sobre la economía real ya que la estabilidad financiera es lo único que le permite “cambiar lo menos posible” hasta el fin del mandato. Es decir, al gobierno le preocupa más el nivel de las reservas, la evolución del dólar y de la inflación que el nivel de actividad el próximo año. Las energías estarán aplicadas a lograr que las reservas caigan lo menos posible, a conseguir que el tipo de cambio nominal permanezca lo más fijo que se pueda y a que la inflación baje algo, quede estable o aumente lo mínimo posible. No obstante, el gobierno no renunciará a su “estilo” y mantendrá sus políticas fiscales y monetarias ultraexpansivas.
Justamente, las noticias fiscales de las últimas semanas avalan ese esquema y plantean un escenario complejo para la sostenibilidad de la actual paz cambiaria. La política fiscal expansiva financiada con emisión monetaria es la variable que más puede corroer los dos principales pilares a partir de los que se compró esa paz financiera: el tipo de cambio cuasi fijo y la reconstrucción de reservas con la estrategia de “rascar el fondo de la olla”.
El rojo fiscal. Las cuentas del Sector Público Nacional están cada vez más en rojo y en octubre pasado registraron un déficit fiscal primario superior a los 15.000 millones de pesos, según el Ministerio de Economía, frente a los 2.758 millones de pesos registrados un año atrás. De modo que en los 10 meses transcurridos del año se acumuló un déficit primario de 15.614 millones. El déficit financiero después del pago de intereses de deuda totalizó unos 20.799 millones de pesos, casi el triple del déficit de hace un año atrás. Desde enero y en el acumulado de los primeros diez meses del 2014, el rojo financiero ascendió a casi 75.000 millones de pesos. Se estima para todo el año un déficit primario y financiero anual en torno a los 160.000 millones y 83.000 millones de pesos respectivamente. En pocas palabras, el déficit fiscal de 2014 prácticamente duplicaría al de 2013. Es la consecuencia de que el gasto crece más que los ingresos, 43% interanual vs. 30% interanual. Con respecto a los ingresos, se destaca el sólido crecimiento de los recursos tributarios que se incrementaron un 41% interanual en octubre, traccionados por la recaudación de los impuestos al comercio exterior y el impuesto a las ganancias. Y un fuerte avance de los aportes y contribuciones a la Seguridad Social, que aumentaron 48% en el mismo período como consecuencia del segundo tramo anual de aumentos salariales de septiembre. Por su parte, el ritmo de aumento del gasto primario se explica principalmente por la velocidad a la cual se incrementan los subsidios al sector privado, en especial los subsidios económicos destinados a abaratar el transporte y la energía eléctrica. Estos subsidios son la partida del gasto que se incrementa a mayor velocidad desde 2006 a la fecha. Por el contrario, el ritmo de crecimiento tanto de las jubilaciones y pensiones como de las asignaciones familiares vienen muy por detrás.
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