Marta Cascales estaba nerviosa en la cola del “besamanos” del Aula Paulo VI en el Vaticano. Estaba a pocos metros del Papa Francisco junto a su pareja, Guillermo Moreno. Ella, muy amiga de Bergoglio, se lo presentaría finalmente después de tantos años de hablarle del funcionario kirchnerista. Era el 12 de octubre del 2016.
A pesar de que no lo conocía más que por los medios de comunicación, el Papa fue un actor fundamental en el inicio de la relación entre Cascales y Moreno. La escribana había enviudado de Isidro Córdova (íntimo amigo de Bergoglio) y ella tenía dudas acerca de si debía o no volver a formar pareja. El entonces obispo de Buenos Aires no dudó: la veía tan devastada anímicamente que supo que su nueva pareja no podía más que hacerle bien. Le aconsejó que avanzara en la relación.
Muchos años después, cuando Moreno trabajaba como agregado económico en la embajada argentina en Roma, Cascales lo llevó al Vaticano para presentarlos personalmente. “Los únicos momentos en los que Francisco y Moreno se encontraron fue en los ‘besamanos’. No hubo audiencias privadas”, dice una fuente cercana a Francisco.
Con eso le bastó para considerarse el candidato del Papa, como después se promocionaría a sí mismo.
La pareja consideró como un castigo la designación de Moreno en la embajada italiana entre el 2013 y el 2015. “Nos mandaron al exilio, pero lo voy a bancar y a acompañar siempre”, decía su esposa.
Marta Cascales tiene 76 años, 15 más que Moreno. De perfil muy bajo, a la escribana se la conocía hasta ahora por su fuerte carácter que la llevó a ser protagonista en una asamblea de Clarín o a pegarle una cachetada a una señora que criticó a su esposo.
Pero el ex empresario K y flamante arrepentido, Mariano Martínez Rojas, le puso una nueva carátula: “La que cobraba era la esposa de Moreno, Marta Cascales. Ella era la recaudadora. Él no tocaba un centavo”, disparó el ex dueño del diario Tiempo Argentino.
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Moreno, fiel a su estilo, salió rápidamente al cruce: “Martínez Rojas quiere embarrar la cancha”, sentenció en una entrevista en televisión. Y agregó: “No lo conozco. Pero involucra a mi señora porque me quiere involucrar a mí. Mi mujer es escribana desde hace 50 años y le entregaron la medalla de oro por su desempeño, él es un prófugo de la Justicia argentina. Ya solamente por eso tendríamos que terminar el reportaje”.
Según la denuncia del ex empresario K, Cascales era la encargada de armar la ingeniería societaria para entrar contenedores de contrabando. La mujer evitó contestar y dejó que su marido recogiera el guante.
Antecedentes. La relación entre Cascales y el poder K se remonta a los inicios del kirchnerismo: en el 2003 fue la escribana que conformó la empresa Meldorek SA, el marco legal para que Sergio Schoklender manejase los fondos de Madres de Plaza de Mayo cuyo destino era la creación de viviendas sociales.
En diciembre del 2004 asumió como directora de la empresa petrolera estatal Energía Argentina SA (Enarsa). Entre junio del 2006 y julio del 2007 se desempeñó en similar cargo de Ar-Sat. En ambos lugares, bajo el paraguas del entonces ministro de Planificación, Julio De Vido.
Por la confianza que De Vido depositaba en ella, fue la encargada de asesorar legalmente para la construcción de los fideicomisos sobre los cuales se hicieron negocios oficiales con Venezuela. En su currículum podría figurar que asesoró al ex funcionario K Claudio Uberti, involucrado en la posible canalización de dinero negro del chavismo.
La relación con De Vido no era sólo profesional. Porque la esposa del ex ministro, Alessandra (hermana del detenido Claudio “Mono” Minnicelli), es amiga íntima de Cascales. Entre ellas armaron algunas sociedades: en el 2008 crearon Fonres SA, una consultora especializada en fondos fiduciarios y de inversión, con oficina en Puerto Madero.
Pero el más conocido fue el último gran proyecto: en el 2011 realizaron una miniserie para televisión donde contarían la versión K de la relación del Grupo Clarín con la dictadura militar. “El pacto” se emitió por América y tuvo un reparto de lujo, con actores de renombre como Cecilia Roth y Federico Luppi. Mike Amigorena apenas estuvo un par de capítulos: se fue “porque la temática le causaba angustia y miedo”, según reconoció el director del programa en aquella época.
Luego, algunos de esos actores fueron citados en la Justicia por esa participación en una productora que había recibido subsidios del INCAA por 4,5 millones de pesos en un trabajo en el que habían intervenido también las universidades de San Martín y de 3 de Febrero. “Sólo la vi dos o tres veces cuando vino a la grabación”, dijo Roth, despegándose de la esposa de Moreno.
Al límite. “Si me presento en Argentina me matarían”, dijo Martínez Rojas, autoexiliado en Estados Unidos. “¿Quién?” preguntó Nicolás Wiñazki, el periodista que lo entrevistó. “Entre tantos que te nombré, podés elegir”, le contestó el ex empresario K.
Moreno echa por tierra cada una de las palabras que dice Martínez Rojas y asegura no temer los “72 kilos de prueba” que dice tener. “Al hombre que busca la Justicia lo encontró más rápido el Grupo Clarín”, le dice irónico a su entorno. Del armado de sociedades fraudulentas del que habría formado parte Cascales estaría al tanto hasta la ex presidenta Cristina Kirchner, según las palabras del arrepentido.
Hasta ahora, los momentos de fama de la escribana no duraron demasiado: pero tuvo roles fundamentales en grandes hitos de la carrera del polémico Moreno, siempre en su papel de partenaire. Como cuando el funcionario irrumpió en la asamblea del diario Clarín. A pesar de que no estaba autorizada para entrar, su mujer lo acompañó y se mostró dándole consejos legales que Moreno repetía a los gritos. En otra oportunidad sintió la necesidad de explicar, para un programa inmobiliario de televisión, cómo sería la operatoria con los bonos inmobiliarios CEDIN: “Hay mala fe para explicar en los medios y se quiere arruinar una buena idea de origen”, aseguró.
Pero el momento de mayor exposición lo vivió en el 2008. Cascales le pegó una cachetada a una mujer que criticó a su marido en un restaurante vasco. “¿Vos estás con el campo? ¿Querés que te pegue?”, aseguró la víctima que la avanzó la escribana. “Pegame”, le contestó, sin imaginar que la esposa del funcionario se animaría a ejecutar su amenaza.
Así se cuidan las espaldas Cascales y Moreno. Esta vez le toca a él el turno de defenderla. Y si hay algo en lo que Moreno no tiene ningún problema es en calzarse los guantes
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