★★★★ Probablemente “It” sea la obra maestra de Stephen King. Probablemente, también, la más angustiante y dramática, la más triste. La adaptación de los años ochenta estaba “bien”, aunque ponía más el acento en la demoníaca entidad con forma de payaso que acababa con la vida de niños que en la enorme tristeza por las pérdidas que asuelan a sus jóvenes protagonistas: se encaramaba –con decencia, es cierto– al susto y al efecto, aunque sentó una fuerte iconografía. En esta versión Muschietti –que ya demostró una mano enorme para el género en “Mamá”, otro éxito de taquilla en los Estados Unidos– capta el trasfondo de cada personaje más allá de la trama, y juega con sus sentimientos. El resultado es una película que realmente da miedo, más allá de la perfecta caracterización de Bill Skarsgaard como Pennywise o de los precisos efectos especiales. Sólo la primera secuencia, la del barquito y el nene, la de la pérdida y la tristeza, alcanzan para ver que esta es una película que utiliza las herramientas del género para otra cosa. En este caso, retratar el gigantesco vacío que crea la adolescencia, el descubrimiento brutal de que todos hemos de morir, el más brutal aún de que el mal –y el Mal– existen. Al tensar esas cuerdas por encima del mero susto, el realizador logra una película notable que, de paso, otorga otro peso al original literario. No es poca cosa.
por Leonardo D’Espósito
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