★★★1/2 La historia del soldado del Norte que, en plena Guerra de Secesión, herido, termina refugiado en un internado de señoritas del Sur ya había sido llevada a la pantalla en 1971 por Don Siegel y con Clint Eastwood en el rol que ahora le cae a Colin Farrell. Las comparaciones son odiosas, pero la ausencia de corrección política y la fuerza a veces salvaje -otras veces, elegante- de Siegel hicieron de ese film un poco polémico una obra maestra. Coppola trabaja la inversión, cómo el cuerpo masculino turba a las mujeres que terminan utilizándolo, destrozándolo como a un trofeo, aniquilando su voluntad. Pero si bien esta fantasía tiene algo de vindicador, el tema real, ese que trasciende condiciones históricas y de género, se le escapa a la realizadora: la reducción de la persona a una cosa. Así, solo queda un thriller entretenido y bien ejecutado. Pero la potencia real y molesta de la historia se desvanece.
por Leonardo D’Espósito
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