El autor de la famosa cortina musical del canal Crónica, el estadounidense John Philip Sousa, fue un visionario: a comienzos de 1900, cuando la música sólo era en vivo, predijo que la grabación llevaría a que “un niño sea dormido por una máquina y no por una madre que cante”. Creía que dejarían de contratarse las orquestas y se volvió un opositor a la mecanización. Pero unos años después, la sanción de la ley de derechos de autor permitió que los compositores ganaran por cada disco vendido y Sousa fue el director de bandas que más discos editó.
“Se volvió un ícono de la industria discográfica porque se adaptó”, explica a NOTICIAS la doctora en Música y Musicología del siglo XX, Marina Cañarde. La autora del libro “Fábricas de músicas” presenta a Sousa como un ejemplo de adecuación a los cambios tecnológicos en la industria cultural y asegura que en la actualidad se vive un proceso similar con la llegada del streaming, que generó “un cambio irreversible” y “cualitativo en la circulación”.
Según un reciente informe de la Cámara Argentina de Productores de Fonogramas y Videogramas (CAPIF), los ingresos por ventas físicas cayeron un 31% en 2016 respecto a 2015, y en los últimos cinco años, el mercado se redujo a la mitad. La contracara, es un crecimiento del 200% de la música digital desde 2012, donde la reproducción online, sin descarga (streaming) significa el 90%.
Paradigma
Las transformaciones en la forma de escuchar obligaron a todos los actores de la cadena de la industria musical a mirar hacia las plataformas digitales, como Spotify y Youtube. Volvió la idea del “single”, los costos se abarataron para los independientes y para las grandes compañías. Las cartas de mezclaron y se volvieron a dar.
“Hoy la mayoría de los sellos están esperando que los artistas independientes logren un montón de cosas y ahí es el momento en que ellos aparecen”, dice a NOTICIAS Andi Pomato, un cantautor argentino que se convirtió en “busker” (artista callejero) frente al río Támesis de Londres. Su experiencia con los sellos “no fue la mejor”, por eso decidió autogestionar sus canciones a través de Spotify, Apple Music y Youtube, las opciones más fuertes de un abanico de cien alternativas que se contratan a través de distribuidoras digitales. Desde US$30, estas empresas garantizan la llegada a las plataformas y el acceso a sus regalías.
Martín Liviciche, representante de la distribuidora CB Baby en Argentina, afirma que el artista que “se entrene y estudie las plataformas va a tener una ventaja”.
La misión de la compañía, que nació en 1998 y representa a más de 650 mil artistas y 100 mil compositores en todo el mundo, es “reeducar al músico”. “Hoy tienen estadísticas que antes no tenían: ven cómo los están escuchando, dónde, en qué dispositivos, de qué sexo es su audiencia”, dice Liviciche a NOTICIAS y asegura que, como nunca, tienen “el control de su obra y las mismas herramientas que cualquier empresa”.
La cuenta que sacan los músicos es que por un millón de reproducciones en las plataformas digitales reciben unos mil dólares. Es decir, cada vez que alguien escucha un tema, al compositor le pagan 0,001 centavos de dólar.
“En Youtube los ingresos se generan a través de un CPM (Costo Por Mil) que lo determina la empresa según el territorio donde se ve y la plataforma. Pero en los últimos años el negocio cambió”, explica a NOTICIAS Graciela Contrera, de la empresa Faro Latino. Una de las modificaciones fue el crecimiento de vistas en celulares o Smart TV, que para Youtube no se convierten en dinero. Otro, una gran cantidad de países en los que el canal no tiene convenio, como Uruguay y Venezuela.
Ante esa situación, empresas como Faro Latino, replantearon su estrategia: “Abrimos una nueva vertical de negocios donde vamos por la producción y hacemos contratos integrales. Protegemos el derecho de autor y todo lo que tiene que ver con Youtube”.
En la nube. Acorde a su negocio, Spotify y su CEO Daniel Ek, sentencian que el futuro de la música es el streaming. La plataforma internacional nacida en Suecia en 2005 cuenta con 140 millones de usuarios globales, de los cuales 60 millones son suscriptores pagos.
Su poderío crece si se tiene en cuenta que un tercio de esos usuarios “Premium” los consiguió en los últimos once meses y logró superar a Apple Music, su principal competidor, que cuenta con 27 millones de clientes.
La reproducción de música en streaming se ha disparado también en Argentina en los últimos años, “en particular en su versión de suscripción paga”, registra CAPIF. Los ingresos del sector crecieron un 1400% en cuatro años: de 16 millones de pesos en 2012 a más de 250 millones de pesos en 2016. El empresariado musical argentino ya trabaja para dar respuesta a esta demanda: hay dos iniciativas locales para crear plataformas de stream que están en etapa experimental.
La idea, según pudo saber NOTICIAS, es ofrecer desarrollos similares a Spotify pero con una oferta más amplia, que incluye venta de discos físicos y tickets para shows.Mientras tanto, la plataforma online más utilizada en el país es Youtube (la usan el 84% de los escuchas, según la encuestadora Nielsen).
Uno de los argentinos más populares, Axel, suma casi 600 millones de reproducciones en su canal, que le otorga ganancias por más de 1 millón de dólares. Y según cálculos realizados en base a las cifras de sus canales, la estrella adolescente Tini Stoessel acumula 1,2 millones de dólares, y el consagrado Abel Pintos, factura más de 700 mil dólares. Al podio de los populares se sube en los últimos meses, la actriz y ahora cantante Jimena Barón: se volvió “tendencia” y logró 19 millones de reproducciones con “La Tonta”, su tema debut.
Ahora, aparece entre los videos más vistos de Youtube con el segundo corte del disco, con casi 2 millones de vistas en sólo tres semanas. Según cálculos estimativos, su canal facturaría unos 166 mil dólares.
Industria
“Las compañías estamos muy bien”, asegura a NOTICIAS el presidente de Warner Music, Guillermo Castellani, y explica el escenario: “Años atrás podíamos vender físicos, pero ahora tenemos la venta digital, la venta física que continúa, las sincronizaciones, los derechos conexos que se usan para invertir en nuevos talentos”.
Aunque en la actualidad los músicos tienen diversas herramientas para difundirse sin necesidad de una discográfica, las firmas mantienen el poder internacional y prometen el acceso a nuevos mercados. “Estar en una compañía multinacional da posibilidad de que te vea una compañía afiliada de otra parte del mundo. Además, hacemos una inversión importante en promoción, porque no se deja de lado lo tradicional: las radios, compañeras nuestras de toda la vida, y la televisión”, agrega Castellani.
La otra gran pata del negocio en la última década es la creciente participación en el mercado de la música del show en vivo, que trepó al 73% en 2015, según CAPIF y triplicó a la grabada. La cartelera de recitales actual da cuenta de una mayor presencia de los músicos sobre los escenarios, tanto a nivel nacional como internacional.
Para el productor musical Daniel Grinbank, la tendencia es mundial y se vio reflejada en el nutrido “tráfico de artistas en el verano europeo y estadounidense”, que ahora completan sus giras por América Latina. “Octubre, noviembre y diciembre son períodos de alta concentración”, explicó a NOTICIAS el CEO de DG Entertainment, que anticipó otra “saturación” de bandas internacionales a comienzos de 2018.
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