Elon Musk, el dueño de X (antes witter), se ha erigido como el abanderado global de la libertad de expresión, pero bajo su liderazgo, la plataforma social ha cedido a las solicitudes gubernamentales de retirar o restringir contenido a un ritmo significativamente mayor que en los años previos a su compra en 2022.
Un reciente informe de transparencia de X reveló que en la primera mitad de este año, la plataforma actuó sobre el 71% de las solicitudes legales recibidas para eliminar contenido, un aumento del 20% en comparación con 2021, y más del doble de la tasa observada en años anteriores.
La mayoría de las demandas de eliminación provienen de países como Japón, Corea del Sur y Turquía, que han enviado miles de solicitudes a la plataforma. La respuesta de X ha sido, en su mayoría, favorable a estos gobiernos, cediendo a las presiones para eliminar o restringir contenido, algo que destaca la contradicción entre los discursos de Musk sobre la censura y la realidad de las acciones de su plataforma.
Uno de los episodios más significativos que pone en evidencia esta paradoja ocurrió recientemente en Brasil. Musk se enfrentó públicamente con la Corte Suprema del país luego de negarse a cumplir con una orden de bloquear ciertos contenidos en X. El magnate alegó que ceder a esas demandas destruiría la democracia en Brasil. Sin embargo, y tras la amenaza de bloqueo total de la plataforma, X finalmente cedió y aceptó las exigencias del tribunal.
Este retroceso ha generado un fuerte debate sobre si las decisiones de la empresa bajo la dirección de Musk realmente protegen la libertad de expresión o si, por el contrario, están sujetas a las mismas dinámicas de censura que tanto ha criticado.
El informe de transparencia no solo muestra el aumento en el cumplimiento de las solicitudes de los gobiernos brasileño y turco, entre otros, sino que también revela que X está siendo más complaciente con las solicitudes de datos personales de los usuarios. Desde la adquisición de Musk, la compañía ha cumplido con el 53% de las solicitudes gubernamentales de datos de usuarios, una cifra que ha aumentado considerablemente en comparación con años anteriores, especialmente en países como Estados Unidos.
La ironía radica en que Musk ha sido crítico con los intentos de gobiernos de censurar contenido, atacando a la administración anterior de Twitter por su supuesta debilidad frente a las presiones políticas. Sin embargo, los datos recientes muestran que bajo su gestión, X ha sido más propenso a cumplir con estas solicitudes.
El caso de Brasil es especialmente revelador. Musk intentó posicionarse como el defensor de la libertad de expresión frente a la censura del gobierno, pero finalmente tuvo que ceder. Este episodio marca un punto de inflexión en la relación de X con los gobiernos autoritarios y en la lucha por mantener un equilibrio entre la libertad de expresión y las leyes locales.
La batalla perdida de Musk contra la justicia brasileña pone en duda su capacidad para resistir la presión política a nivel global. Mientras que la promesa de libertad de expresión irrestricta se desvanece, lo que queda claro es que la lucha por mantener las plataformas digitales como espacios de debate abierto y democrático enfrenta nuevos y complejos desafíos. Y, al menos por ahora, el fuego de la censura parece ganar terreno.
por R.N.
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