Sunday 13 de October, 2024

MUNDO | 23-09-2024 08:36

El cometa Harris

Cuando todo se oscurecía por la debacle de la candidatura de Joe Biden, se iluminó el cielo demócrata con la nueva candidata.

“El que se humilla para evitar la guerra obtiene primero la humillación y después la guerra” explicó Churchill sobre el inmenso error de Chamberlain con Hitler. Un ejemplo que los demócratas debieran utilizar para describir lo que implica Trump respecto a Putin.

La diferencia entre el error de Neville Chamberlain que favoreció a la Alemania nazi y la actitud de Donald Trump frente a la invasión rusa de Ucrania, es que aquel primer ministro británico no se identificaba con el líder nazi, mientras que el magnate neoyorquino admira a Vladimir Putin, comparte su anti-globalismo y conservadurismo cultural, y lo prefiere como líder de Europa en lugar del centroderecha y centroizquierda de Alemania y Francia.

Donald Trump

Trump detesta a Volodimir Zelenski y cree que Ucrania debe ser sacrificada en el altar de Rusia. Cree además que él podrá convencer al líder ruso de cesar allí su expansionismo.

Chamberlain detestaba a Hitler y veía en el nazismo una abominación ideológica. Su error fue creer que el führer se conformaría con la región checa de población germánica. Ni bien regresó a Londres, Hitler lanzó la wehrmacht sobre Polonia y anexó Austria. Después fue por el resto de Europa.

Con la excepción del líder húngaro  Viktor Orban, pro-ruso y conservador como Putin, los líderes de los países de la OTAN coinciden en que Rusia está en manos de un criminal que, de ganar en Ucrania, irá por Moldavia y después por los países Bálticos y por Polonia.

Kamala Harris

Lo que le falta a Kamala Harris no es poco en materia de claridad sobre lo que implica Trump para las potencias de Occidente. En lo referido a Ucrania, la candidata demócrata debería equipararlo con Chamberlain y con el premier francés Edouard Daladier, firmantes en 1938 del Acuerdo de Múnich que cedió al Tercer Reich los Sudetes.

Ese ejemplo histórico resulta contundente para poner en evidencia la funcionalidad de Trump con el líder ruso, quien además cuenta con instrumentos secretos para tener bajo control al magnate norteamericano. Por eso lo ayudó antes a vencer a Hillary Clinton, volvió a ayudarlo cuando enfrentó a Joe Biden, y lo ayuda ahora para que regrese a la Casa Blanca.

A Harris también le falta explicar con claridad qué planes globales tiene para enfrentar el cambio climático, ya que se trata de una amenaza que sólo puede combatirse a escala global. Trump no la supera en ese terreno porque, siendo un “negacionista”, se exhibe a sí mismo como una obstrucción en la lucha contra el calentamiento global.

Kamala Harris y Donald Trump

En el debate presidencial, ella se impuso sobre Trump. Pero más que una victoria de la candidata demócrata, fue una debacle del magnate neoyorquino.

Trump no derrotó a Joe Biden en el debate que generó el paso al costado del actual presidente. Lo que ocurrió fue el naufragio del propio Biden en sus lagunas mentales y demás señales de senilidad anticipada. Salvando las diferencias, en este debate más que haberlo vencido Harris, lo que ocurrió fue que Trump naufragó en sus desmesuras y falacias.

Por sus propias limitaciones, Trump mostró que no puede ir más allá de su ego, porque sus pensamientos giran sobre sí mismo y no sobre la sociedad a la que pretende gobernar nuevamente.

Trump, Vance y el trumpismo 2.0

Pero la mediocridad de Trump no resta valor al desempeño de Kamala Harris. Ella logró resaltar la gravedad de que vuelva a la presidencia un convicto por múltiples delitos empresariales y sexuales, que además intentó destruir un proceso electoral y alentó el asalto de una multitud violenta al Capitolio, en el dramático suceso que dejó cinco muertos y una mancha en la democracia norteamericana.

Dejó también a la vista la naturalidad con que Trump dispara flagrantes mentiras y desvaríos. No es poco, pero a la vicepresidenta le faltó autocrítica y también un certero señalamiento de la responsabilidad de Trump en lo referido a la calamitosa retirada de Afganistán. Un repliegue que había sido acordado por Trump en la desastrosa negociación que realizó en Qatar con los talibanes, y fue espantosamente ejecutado por la administración Biden, entregando la población de Kabul al lunático oscurantismo pashtún y dejando postales vergonzosas para la historia de los Estados Unidos.

Joe Biden

En el debate entre ambos, el candidato republicano evidenció sus posiciones extremistas desde el inicio, cuando llamó “marxista” a su adversaria. Sus desmesuras y desvaríos se volvieron caricaturescos al describir a la inmigración como una ola de “millones que vienen de cárceles, instituciones psiquiátricas y manicomios”, añadiendo que “en Springfield se están comiendo los gatos, se están comiendo los perros, se están comiendo todas las mascotas”.

La regla del micrófono cerrado para que sólo pueda hablar uno por vez, favoreció a Harris porque, sin exagerar con las muecas, gesticuló subrayando cada falacia desopilante de Trump, cuyas mentiras flagrantes fueron también cuestionadas por los mediadores del debate. Los moderadores lo cruzaron cada vez que lanzó bulos como que Tim Walz, el candidato demócrata a la vicepresidencia, propone “ejecutar bebés recién nacidos y hacer abortos hasta en el noveno mes de embarazo”.

La actual vicepresidenta debe reconocer errores, como recomienda el lúcido Thomas Friedman. Admitir su desvalida gestión sobre la frontera con México. También debe explicar abruptos cambios de posiciones, como en lo referido al fracking en la extracción de hidrocarburos.

En el debate, Trump derrapó con la delirante afirmación de que Estados Unidos será “Venezuela con esteroides”, pero a Harris le faltó más contundencia frente el fraude de Nicolás Maduro, cuyo régimen tiene como pulmotor el petróleo que le compra Estados Unidos, el premio a la negociación en Barbados que el dictador chavista traicionó.

Otra cosa que aún no hizo Harris es situar a Trump en lo que el politólogo Andrés Malamud llamó la “internacional reaccionaria”, en la que también orbitan Elon Musk, Jair Bolsonaro, Javier Milei y otros ultraconservadores. Ese huevo de serpiente que crece en la democracia, con el objetivo de diluirla para transferir el poder a manos de empresas monopólicas.

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Claudio Fantini

Claudio Fantini

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