Cada vez que el humo blanco se eleva desde la chimenea de la Capilla Sixtina, el mundo católico contiene el aliento. Ese instante —casi cinematográfico— señala que los cardenales han alcanzado un consenso y han elegido a un nuevo Papa.
1. Confirmación del resultado y aceptación del Papa electo
El cardenal decano o el más antiguo del orden episcopal se acerca al elegido y le formula la pregunta ritual: “¿Aceptás tu elección canónica como Sumo Pontífice?” Si el cardenal electo responde afirmativamente, se le pregunta cuál será su nombre papal. A partir de ese momento, se convierte formalmente en el nuevo Papa, aunque todavía no ha sido presentado al mundo.
2. El Papa se retira a la Sala de las Lágrimas
Luego, el nuevo pontífice es acompañado a la llamada Sala de las Lágrimas (o Stanza del Pianto), una habitación adyacente a la Capilla Sixtina. Allí se viste por primera vez con la sotana blanca papal. La sala recibe su nombre por las emociones que suelen desbordar a quienes acaban de ser elegidos.
3. El cardenal protodiácono hace el anuncio oficial
Mientras tanto, la Plaza San Pedro se llena de fieles expectantes. Poco después, el cardenal protodiácono (en este caso, será el cardenal más antiguo del orden diaconal) aparece en el balcón central de la Basílica de San Pedro y pronuncia la famosa fórmula en latín:
“Annuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam.” (“Les anuncio una gran alegría: tenemos Papa”). Luego anuncia el nombre de bautismo y el nombre pontificio del nuevo líder de la Iglesia.
4. La primera aparición del Papa y la bendición “Urbi et Orbi”
El nuevo Papa se asoma entonces al balcón y saluda a la multitud. Suele ofrecer unas breves palabras, improvisadas o preparadas, y concluye impartiendo la bendición apostólica Urbi et Orbi (“a la ciudad [de Roma] y al mundo”), que otorga indulgencia plenaria a quienes la reciben.
5. Preparativos para la misa de inicio del pontificado
En los días siguientes, se organiza la misa solemne de inicio del pontificado, que suele celebrarse en la Plaza San Pedro. No se trata de una coronación, ya que desde Pablo VI los Papas no usan tiara. En su lugar, el nuevo pontífice recibe el palio y el anillo del pescador, símbolos de su autoridad pastoral.
por R.N.
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