Friday 29 de March, 2024

LIBROS | 17-12-2020 14:52

El regreso doble de Raymond Queneau

***** “Odile” Leteo, 229 págs., $ 830 y “Zazie en el metro”, Godot, 182 págs. $ 950 de Raymond Queneau.

Entre catástrofes de tamaño Apocalipsis, el 2020, como todos los años, también tendrá sus momentos apreciables. Los lectores agradecerán, por ejemplo, que después de décadas de títulos agotados o aún inéditos, se hayan traducido acá dos libros memorables de Raymond Queneau, uno de los grandes escritores franceses del siglo XX. Matemático, patafísico fundador del OULIPO (Taller de Literatura Potencial), lector y después secretario de Gallimard, director de su enciclopedia, escribió dos falsas novelas “irlandesas” desopilantes firmadas por Sally Mara.

Para mayor lujo, las dos ediciones son cuidadas, sólidas físicamente. Una arregla un hecho clave: al fin “Zazie en el metro”, clásico y best seller sorpresivo para sí mismo, usa un lenguaje que se acerca a su proyecto de un “neofrancés” que equilibrase el lenguaje hablado y el escrito. Como el original tiene mucho juego sonoro, “lunfa”, chisporroteante, necesitaba a alguien como Ariel Dilon, que se mata para que ocurra lo mismo que en el original: que el ritmo se pegue a la cabeza y la lengua del lector como un buen tema cargado de humor de jazz, de rock o de simple música popular y hasta folklórica.

“Odile” es un título hasta ahora desconocido en castellano, a cargo de otro traductor de excepción: Pedro B. Rey. Muy anterior, mezcla una descripción compleja y ladina de Bretón (con seudónimo) y su grupo surrealista con una resistida historia de amor. Cuesta entender por qué Odile aparece tan poco, hasta que al fin se impone por pura presencia paciente ante el protagonista matemático y timorato (un obvio alter ego de Queneau). Escrito en un solo chorro, sin capítulos, leerlo es una aventura del intelecto, el corazón y los afectos, pero dista de ser una novela “seria”. El goce de lo dicho y contado, las carambolas de los personajes, la vuelven tan fascinante como “Zazie…”. Meterse en cualquiera de los dos libros es olvidarse del virus actual, y salir renovado por las aguas lustrales infinitas de la literatura, después de unas horas de simple goce. En la soledad de su cuarto, el lector puede incluso quitarse el trapo que le tapa la boca.

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Elvio E. Gandolfo

Elvio E. Gandolfo

Crítico de Libros.

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