Digan lo que quieran. Que es bueno. Casi un héroe. Que es malo. Casi un monstruo. Pero Héctor Magnetto es un genio, lo cual no niega ni lo uno ni lo otro.
Clarín podía haber muerto con Roberto Noble y, sin embargo, sobrevivió al fundador abandonando primero la lógica minimalista de las empresas familiares y luego el romanticismo antieconómico de los diarios encerrados en sí mismos. Magnetto lo hizo, con Ernestina enarbolando el apellido.
Apostó al papel, luego a volverse multimedio con radio y TV, después entendió que la cosa pasaba por el cable y la fibra óptica y, desde 1998, se obsesionó con los teléfonos. Casi lo logra con Kirchner, pero el precio era demasiado alto y vino la guerra. Magnetto siguió sobreviviendo contra Cristina y hasta contra un cáncer de garganta.
En el inicio de la Era Macri la telefonía deja de ser un sueño. Unido a Telecom, el Grupo Clarín pasa a ser el tercer jugador de la economía nacional en volúmen, pero el primero en influencia sobre la vida cotidiana de los argentinos. Magnetto terminó siendo el gran ganador al cabo de la "década ganada".
Digan lo que quieran. Que es blandito cuando los gobiernos arrancan. Oficialista. Que es insoportable para quienes terminan sus mandatos. Pero Clarín es clarinista y punto. Hace rato Magnetto entendió que el periodismo era una parte del negocio, no el negocio en sí. Un valor agregado de usos múltiples.
En sus 28 años de existencia, NOTICIAS ha cubierto la circunstancias de Clarín (y de Magnetto) como lo que es: un productor de contenidos, un holding cada vez más multifacético y enorme, un temible factor de poder. Se casó con Menem y se divorciaron con ruido. Se casó con Kirchner y se divorció de Cristina. Los matrimonios de Clarín son modernos: tienen "cláusula prenupcial". Macri tiene claro que esa clase de amor nunca es para siempre, él y los suyos desconfían de Clarín (y de Magnetto). Las desconfianzas son recíprocas. En el entorno de Magnetto consideran a Macri "uno más..., otro más", como alimentando el mito de que los presidentes pasan y Magnetto queda. Pero sin decir semejante barbaridad, por supuesto.
No les importa si Macri se consolida y resulta reelecto, si crece Massa o si Randazzo respira. Por ahora, sólo los obsesiona que CFK no vuelva nunca más y si va presa, tanto mejor. Les cuesta ver que la ambición puede ser muy estratégica, pero que el odio siempre será táctico. Los teléfonos iban a estar ahí de todos modos, sólo se trataba de sobrevivir para alcanzarlos y el odio a CFK era un combustible necesario, estimulante. Desear con fanatismo que la ex presidenta no esté más puede surtir el efecto contrario en medio de una situación socio-económica impredecible y de optimismos esquivos.
Nadie sale ileso de una guerra. Ni más joven, desde luego. Los músculos, la vista, el temple se gastan. La muerte de Ernestina tendrá pocos efectos estructurales en el Grupo Clarín, pero indica que va llegando la hora de los relevos generacionales. Significan la prueba de fuego más apremiante para el "modelo Magnetto". Al menos en política, los liderazgos personalistas estirados en el tiempo terminan reemplazando al plan y complicando el futuro cuando el líder se va. Es difícil ganarse a sí mismo.
*Jefe de redacción de NOTICIAS.
por Edi Zunino*
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