★★★★★ Muchos dicen que este film es mejor que “El Ciudadano”, incluso si terminó siendo recortado por los productores. Vamos a explicar por qué esto es cierto. En principio, Welles toma distancia del material (no actúa) al mismo tiempo de que ese mundo (el de una clase aristocrática que cae mientras surge una clase industrial) le era próximo, conocido de primera mano. El tema es el paso de una sociedad aún tradicional a la modernidad absoluta del automóvil y la electricidad, y eso se narra con los colores del melodrama más preciso. La cámara se mueve suntuosa pero muchas veces invisible, recorriendo como quien abandona para siempre un hogar esos espacios idos para siempre. Esa melancolía es auténtica y carece del guiño satírico y pirotécnico de “El Ciudadano”. Ambas son obras maestras, pero esta suma además una emoción enorme.
por Leonardo D’Espósito
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