“Quiero tener muchos seguidores para trabajar de influencer”, repiten los chicos. Es lógico, ellos ven que con un Smartphone, algo de edición de video y buena onda pueden hacer lo mismo que sus ídolos, a quienes perciben como “chicos comunes” que suben contenido a las redes. Pero no es tan fácil. Si es por seguidores, el conductor Marcelo Tinelli tiene cerca de los 10 millones en Twitter y 4 millones en Instagram, pero sus posteos ni se acercan a la repercusión que tienen estas nuevas estrellas. Igualmente, este nuevo sueño adolescente abrió un mercado negro de las redes, donde se puede comprar desde seguidores hasta likes.
“Cada influencer tiene su particularidad. Algunos hacen humor, como Lucas Lezin, otros son actores y cantantes, como Julián Serrano, otros hacen tutoriales. Cada uno tiene su propio estilo. Igualmente, es clave el trabajo de estudio que realizamos, porque hay un horario para cada posteo. Según el influencer, hay días y tipo de post, historia de Instagram o video. Hacer un análisis de los resultado son clave para obtener mejores resultados e incrementar seguidores”, explicó el representante Paul Ferreyra. Y agregó: “Todos quieren ser influencer. Yo recibo unos 200 mensajes directos por día. Pero no todos tienen un contenido concreto. Porque, además, hay que tener constancia y responsabilidad. Esto es un trabajo”.
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Los seguidores no están acostumbrados a el sistema de publicidad tradicional de la televisión y los posteos directos con menciones a marcas les molestan. “La nueva generación de consumidores no se banca eso. Repele los anuncios y por eso nosotros apostamos a cuidar el contenido de los productos y al branded content, que es una publicidad mucho más amigable”, aseguró Massa.
Un ejemplo de ello es lo que se conoció en las redes sociales como #ChupetinChallenge. “Hace poco nos contrató Arcor para hacer una campaña de chupetines. Ellos acaparan el 80% de la venta de ese producto. ¿Qué hicimos? Con 20 influencers creamos el #ChupetinChallenge, un juego que consistía en morder el chupetín por el palito, lanzarlo hacia arriba y tomarlo con la boca sin que se caiga. Y fue un éxito”, reveló Ferreyra. “Cuando hacen un chivo en las redes yo sufro, porque justamente lo que nosotros buscamos es lo contrario”, explicó Massa.
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por Pablo Berisso, Marcos Teijeiro
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