Así como hay hechos que valen mil palabras, hay nombres propios que, de solo mencionarlos, logran desatar una chorrera de palabras, evocar hechos, tejer fantasías y apurar conclusiones. Hace unas semanas, en un espacio similar a este hablamos de "La palabra Lanata". Hoy le toca a la palabra Moneta, que dispara significados sin necesidad alguna de aclarar que de Raúl Pedro se trata, y no de otro Moneta.
Una de las cosas que, sin lugar a dudas, representa la palabra Moneta es buena parte del proyecto de poder, la lógica empresarial, la política comunicacional y hasta la estética dominantes durante los '90, cuando Carlos Saúl Menem le encomendó a Don Raúl Pedro el armado de un multimedios tan poderoso que fuera capaz no solo de derrotar al Grupo Clarín, sino también de comérselo. Pero el CEI Citicorp Holdings (donde supieron enrolarse Telefónica de Argentina, el Citibank, el Grupo Werthein y Editorial Atlántida) se derritió a la par del menemismo y Moneta casi va preso.
Mientras los Kirchner fueron aliados de Clarín, la palabra Moneta fue trazada como un límite ético que se iría corriendo pasito a pasito en la medida que crecía la influencia de Daniel Hadad, cabeza visible y profesional que contuvo en las sombras al ex dueño del Banco República. Claro que, apenas el romance con Héctor Magnetto se quebró y Moneta fue adquiriendo medios propios con la pública voluntad de ponerlos al servicio de la Casa Rosada, la primera línea del Gobierno le fue abriendo algunas puertas.
Ya no era tiempo de una guerra convencional a través de algo parecido al CEI, sino de una guerra de guerrillas donde cada empresario mediático anti-Clarín por su lado servía más que todos juntos. El efecto colateral se hizo ver de inmediato: a diferencia de lo ocurrido en los 90, los llamados Empresarios K de medios entraron en colisión varias veces, llegando a poner en un pie de igualdad el objetivo común de destruir a "la prensa monopólica" con la cruel competencia inter pares por la ubre de la publicidad oficial, nunca suficiente para darles de mamar a todos en igual medida.
El pragmatismo de Néstor Kirchner fue un factor clave para la rehabilitación de Moneta en los círculos del poder. Al enviudar Cristina el proceso de indulto se detuvo, aunque no al punto de asfixiar a su grupo mediático ni mucho menos. Para Ella, Moneta es, a lo sumo, un socio de sus socios: juró no olvidar jamás que, en un pasado no muy lejano, cierto medio del empresario no tuvo empacho en maltratarla. La supuso infiel.
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