★★★1/2 Para la “sociedad de consumo”, nada debe ser una sola cosa. Si algo quiere funcionar conviene que ofrezca de todo y vertiginosamente. En armonía con esa fórmula, este ciclo (como otros) es una especie de transformer veloz: tiene política, recetas de cocina, (Fontán propone osobuco braseado a las 7.30) y hasta contiene un divertidísimo radioteatro (sketch).
Pero como el programa es muchas cosas, las noticias, que salen numeradas del 1 al 10, guardan un orden cambiante que responde a varios y desconocidos criterios. Por ejemplo (12.5.14): que Mónica Farro y Andrea Rincón se amigaron fue noticia número 4. Y que un colectivo atropelló a una familia indigente y mató a una nena de tres años fue la 8.
Para “venderse bien”, un programa debe tener distintos avales. Y en el caso de “Está todo dicho” eso sucede también con el conductor: Guido Kaczka sale airoso de la tarea, pero gracias al soporte que le brinda Claudia Fontán. Cuando la actriz no está se produce un hueco y entonces debe ser Ariel Tarico quien se asocie al bastonero.
Con el estupendo Tarico sucede algo inefable: es un gran imitador (del Papa Francisco, Hugo Moyano, Riquelme, etc). Pero, a la vez, él mismo parece un clon de su antecesor Rolo Villar (humorista e imitador en Mitre, que empezó antes en radio). Es digno de subrayar, además, que Tarico ha impuesto un nuevo personaje de su escudería: la centroamericana Electra.
La música es excelente y la producción (Alejandro Vargas, Ariel Dotta, Constanza Logares), logra instalar temas para una audiencia fiel y divertida: ¿te podés casar apenas divorciado? (dos abogadas responden de inmediato) o ¿qué hiciste por algún amigo? Pero el plato principal es el sketch sobre un matrimonio disfuncional que protagonizan Fontán, Poggi (periodista deportivo), y Luciana Geuna (el muy buen libreto pertenece a Gabriel Acosta).
Así como las radios estatales son pedagógicas e imponen cierta sujeción, las globales, más atentas a los cambios (y a los mercados), trabajan por el contrario con la dispersión (uno las puede escuchar distraído). Si en las estatales no se dicen esas palabras llamadas “malas”, en la FM (y este programa es un ejemplo) se habla como si se estuviera en la propia casa: se detalla el popó, se discute si los varones deben o no hacer el pipí sentados y el lenguaje tiene “menos cocción”.
Geuna sigue la actualidad política (la tragedia de Once, las desavenencias de Capitanich con el empresariado, o los datos sobre pobreza e indigencia). Sería positivo para su columna que Kaczka repasara la diferencia existente entre dialogar e interrumpir. El empeño de Kaczka (debutante en radio), la gran actuación de Fontán y Tarico, el hallazgo de Poggi y Geuna como comediantes y el buen humor en general, superan las desprolijidades.
por Luis Frontera
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