Hasta marzo, los inversores internacionales -básicamente los fondos especulativos- apostaban eufóricos a un fin de ciclo en la Argentina. Los bonos y las acciones se valorizaban en un inédito rally alcista ante la perspectiva de un cambio de Gobierno, cualquiera fuera el vencedor, que revertiría el cepo cambiario, el default con los holdouts y la mala praxis intervencionista en la economía. Los brokers, de pronto, se pusieron más reticentes ante la perspectiva de un gobierno de Daniel Scioli que reflejaría más continuidad que cambio, pese a que algunos dirigentes opositores, como el radical Julio Cobos, sigan suponiendo que el gobernador “no es kirchnerista”. Algunas encuestas, sin embargo, empezaron a mostrar esa predisposición continuista.
Al mismo tiempo, un sector del establishment, definido por la alianza PRO-Radical, empezó a dudar de la capacidad del macrismo para recolectar votos en el decisivo distrito de la provincia de Buenos Aires, sin los cuales es inviable una victoria a nivel nacional. De allí, las urgentes mediaciones empresarias de las últimas semanas para que Mauricio Macri y Sergio Massa acuerden unas PASO de todo el frente opositor en la Provincia. El Foro de Convergencia Empresarial -que integran unas 50 cámaras y 20 entidades profesionales y fundaciones- presentó por su lado un duro documento titulado “El Rol del Estado y el buen gobierno republicano”. Advierte, por ejemplo, a los candidatos: “La injerencia del Estado en el ámbito privado, interviniendo arbitrariamente en la toma de decisiones empresarias, lesiona gravemente la economía y obstaculiza el desarrollo económico y social”. El destinatario parece ser principalmente Scioli: en el establishment ya no se ilusionan con la eventualidad de una ruptura con el “cristinismo” y La Cámpora después de las PASO del Frente para la Victoria, una fantasía que se supo alimentar desde La Plata. De hecho, la continuidad de Axel Kicillof en el ministerio de Economía -a imagen y semejanza de la de Roberto Lavagna con Néstor Kirchner en el 2003- sería la moneda de cambio para garantizar el continuismo K. El propio Lavagna pronosticó: “Si la oposición no se une, hay una gran posibilidad de continuidad del kirchnerismo”. En Olivos dicen más o menos lo mismo, por boca de Carlos Zannini: “El Gobierno no se va, el proyecto se mantiene”.
*Editor de Economía de NOTICIAS.
por José Antonio Díaz
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