La energía solar dejó de ser una extravagancia, una cosa de hippies, o algo inaccesible como se pensó durante mucho tiempo. La crisis energética y el aumento de las tarifas de gas de marzo de 2014 dispararon el interés, las consultas, y la decisión de instalar equipos que transforman la radiación solar en agua sanitaria caliente o electricidad.
Si bien en Argentina las energías renovables llevan años de investigación y desarrollo, y se aprovechan especialmente en zonas donde no llegan el tendido de red eléctrica y el gas natural, hoy cada vez más personas confían en los paneles fotovoltaicos y colectores térmicos para abastecer de electricidad y agua caliente su casa, comercio, industria y empresas, y hasta edificios gubernamentales los incorporan para ahorrar energía.
Los factores que inciden en esta elección son tres: la necesidad de autonomía y permanencia del servicio donde hay frecuentes cortes de luz para evitar picos de tensión que pueden quemar electrodomésticos y maquinarias; una mayor conciencia sobre temas ambientales; y la intención de mejorar aspectos vinculados con la responsabilidad social, la imagen y el marketing.
La energía fotovoltaica consiste en la transformación directa de la radiación solar en electricidad a través de paneles o módulos solares, que tienen una vida útil superior a los 25 años. Se colocan por lo general en el techo del inmueble, orientados hacia el norte y libres de obstáculos. Van acompañados por un regulador de carga, un inversor de corriente y baterías que son las que le permiten acumular la energía.
Con un funcionamiento diferente, la energía térmica aprovecha el calor de sol a través de termotanques y colectores solares que poseen tubos de vacío capaces de soportar la extracción y la expansión del calor, y absorben los rayos del sol produciendo un "efecto termo". Ambos equipos se utilizan para tener agua caliente sanitaria (ya sea domiciliaria o industrial), y los colectores térmicos se emplean además para calefacción por piso radiante o radiadores y climatización de piletas.
El apoyo estatal y el fomento para la fabricación, distribución e instalación de esta tecnología han sido determinantes para su desarrollo a nivel mundial. De acuerdo con la potencia producida y acumulada de energía fotovoltaica, los países europeos (especialmente Alemania y España), Japón y los Estados Unidos son los que más han crecido en esta materia. En cuanto al desarrollo de energía solar térmica, China tiene instalado el 60% del mercado mundial, y le siguen países como Alemania y Turquía.
Casos y costos. La eficiencia de los equipos y la reducción considerable de costos que se logró en los últimos diez años, acercaron la energía fotovoltaica y térmica a un público que empezó a buscar alternativas durante las olas de calor. Las empresas que difunden y trabajan con energías renovables afirman que en esta época del año es cuando hay más demanda de información. Una de ellas, Sustentator, llegó a responder alrededor de 150 consultas en un mismo día.
El tema de los costos fue determinante. Para Pablo de Benedictis, socio fundador de Goodenergy, “una cuestión que marcó un punto clave fue cuando en marzo del 2014 la gente empezó a recibir facturas de $1000 o $5000, allí fue cuando se empezaron a volcar en forma más masiva. A la gente le gusta lo sustentable pero en definitiva a la hora de comprar termina pensando en sus bolsillos”.
“Lo que antes se amortizaba en 30 o 50 años, hoy se recupera en mucho menos dependiendo de la zona geográfica en la que te encuentres” afirma Matias Irigoyen, consultor de Sustentator, en referencia a los paneles solares fotovoltaicos. Como la tarifa energética y la radiación solar no es la misma en todas las provincias, Irigoyen aclara: “en Córdoba, el costo invertido se puede llegar a cubrir en 6 o 7 años, y en Capital y alrededores, donde la energía está subsidiada, se amortiza en 12 o 14”.
Melisa Marinsek vive en una casa de 500m2 en el Golf Club de Nordelta, donde también funciona su estudio de arquitectura. Con la intención de realizar su propia experiencia y mostrarles ejemplos concretos de ahorro de energía a sus clientes instaló doce paneles fotovoltaicos, suficientes para proveer de energía al estudio, la cocina, y las luces exteriores que dan a la calle y quedan encendidas toda la noche.
Las facturas bimestrales que le llegan a la arquitecta oscilan entre los $500 y $800, y ella misma calcula que si utilizara la energía de la red estaría pagando $2.000. “No sé si la diferencia entre la inversión inicial y lo que abonamos ahora por los servicios cubren lo que pagamos por los paneles, pero el día de mañana seguramente sí, cuando empiecen a subir los precios lógicos, porque en este país la energía es demasiado barata”, opina.
La incertidumbre sobre los costos de la energía en el futuro es una situación que se repite entre quienes optan por instalar equipos y confían en su durabilidad. Es el caso de Francisco Pulenta, quien en 2013 colocó en su chacra de Zárate colectores solares, un termotanque especial, un intercambiador de calor y un cerebro electrónico que comanda el sistema.
“Nuestro objetivo era tener agua caliente, suplementar el piso radiante en invierno para calefaccionar la casa y calentar el agua de la piscina en verano para que el agua no esté tan fría y poder además estirar un poco la temporada. Si bien la inversión inicial es fuerte, el costo del mantenimiento es prácticamente nulo”, asegura.
Por una cuestión de imagen y responsabilidad social ya son varias las firmas multinacionales que siguiendo la lógica de sus casas matrices instalaron equipos para ahorrar energía: empresas de la industria alimenticia, retail y consumo masivo, y laboratorios, incorporaron termotanques solares para abastecer de agua caliente los vestuarios y el comedor de sus plantas.
La aplicación de la energía que se genera con los paneles fotovoltaicos es diferente en cada caso. Algunos colocan equipos capaces de producir energía para toda la casa, pero la mayoría se focaliza en un sector del inmueble, como ocurre con el Palacio Legislativo de la Ciudad de Buenos Aires. Desde mayo del año pasado, tiene en su azotea 96 módulos de silicio policristalino que abastecen la mitad de la energía necesaria para los equipos informáticos del edificio.
“La cantidad de energía anual entregada por el generador solar a la red es energía eléctrica que la Legislatura deja de comprar a la proveedora del servicio. En este caso EDESUR”, explicó en la inauguración de la obra Cristian Ritondo, legislador porteño del PRO.
“Yo no te hacía tan hippie”, le llegaron a decir a Samanta Dell’Acqua, profesora de Letras en la UBA, cuando decidió colocar un termotanque solar en la terraza del edificio de Caballito donde vive junto a su marido y su hijo de nueve años. Ella conocía la energía solar porque había observado en un viaje a Europa que en los barrios residenciales era común que las casas tuvieran este tipo de equipos. Por eso cuando tuvo que cambiar su termotanque convencional, optó por uno solar, y asegura: “Trae beneficios a la economía familiar y al medio ambiente. Ahora hay vecinos del edificio que están evaluando instalar uno”.
El precio de un termotanque solar básico varía entre los $4.000 y los $6.300, y permite ahorrar alrededor de un 80% del consumo de gas. En cambio, una instalación de paneles fotovoltaicos demanda una inversión de entre $70.000 y $100.000, según la cantidad de energía que utilice una familia promedio y el tamaño de la propiedad.
Popularidad. Los especialistas coinciden en que las energías renovables necesitan difusión en el país. Para el ingeniero industrial Maximiliano Marini, gerente de Skenta, una empresa que se especializa en ingeniería solar térmica “es cierto que ahora hay más consultas y más ventas, pero cuando esto tenga un marco legal como sucede por ejemplo en Uruguay, Chile, o San Pablo, el consumo va a explotar. En el mundo esta energía crece a razón de unas 100 veces por año”. Las empresas privadas apuntan a la necesidad de que el Estado Nacional apoye la adopción de este tipo de energías no convencionales.
“Es muy cool hablar de energías alternativas”, comentó al pasar la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en su reciente visita a China. Los desarrollos prueban que pueden ser más que cool y que se están transformando en una alternativa y una respuesta concreta a la crisis energética y al aumento de tarifas en los servicios públicos.
por Luciana Betteto
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