El futuro ya comenzó. A pocos días de las PASO presidenciales, los escenarios políticos y económicos que están abiertos se van simplificando. La matemática preelectoral le augura buenas chances al candidato del oficialismo, Daniel Scioli, quien promete cada vez más continuidad y cada vez menos cambio, al igual que sus contrincantes. En medio de tanto conformismo, ya es tiempo de preguntarse si la continuidad proyectada incluiría el seguidismo a rajatabla de los estándares de transparencia institucional que deja como legado polémico la “década ganada”. Para eso, hay que empezar a revisar con lupa los papeles y los bienes del liderazgo que viene.
Para empezar (mal), el precandidato del Frente para la Victoria lleva ocho años sin mostrar públicamente su declaración jurada, amparado en un decreto bonaerense heredado de la dictadura. Si bien Scioli ha prometido ponerse al día con la opinión pública luego de las PASO, el esfuerzo de investigación del equipo de NOTICIAS intenta llenar provisoriamente ese hueco informativo, que en la víspera de las elecciones primarias más importantes del año molesta como un vacío cívico. Para cumplir esa misión, los periodistas de la sección Política buscaron reconstruir el presente patrimonial del actual gobernador bonaerense, rastreando propiedades y sociedades comerciales de Scioli y su entorno familiar y social. El centro de ese laberinto es Villa La Ñata, el megabúnker sciolista sobre el río Luján, que NOTICIAS muestra en la edición de esta semana como nunca se vio.
A primera vista, los modales anaranjados parecen diferentes de los de sus mentores kirchneristas. Pero una segunda mirada sobre el modo de transparentar (o más bien lo contrario) la economía personal de funcionarios al tope de la jerarquía estatal parece indicar que las peores mañas de los Kirchner no serán tan simples de erradicar. Por suerte, todavía estamos a tiempo. Incluso Scioli.
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