Entró con la misma determinación de un delantero que ve la pelota boyando en el área chica rival. El bigote inconfundible al frente, los rulos que comienzan a escasear detrás. Empuja puertas, se apura, salta los escalones. Está furioso. Y como para no estarlo: todos sus compañeros de “678” y del periodismo militante se acaban de quedar sin trabajo y él es el próximo en la lista negra. Él fue el conductor de ese programa mítico, y entra a la reunión con las flamantes autoridades como si la cinta de capitán que imagina que tiene le quemara el brazo. Se descarga y, como si las cámaras de la TV Pública kirchnerista volvieran a encenderse, acusa al gobierno amarillo de las peores atrocidades. Hasta que, del otro lado del mostrador, llega una frase inesperada que desarma fácil a toda la defensa: “Pero Jorge, a nosotros nos gusta lo que hacés, queremos que sigas”. Como si fuera morfina, Dorio se tranquiliza y tira rápido la bandera. Se despega y dice insólitamente que nunca fue parte “orgánica” del gobierno anterior: comienza así el brevísimo camino que lo va a llevar de las filas de la resistencia ultra K a la nueva AM 870 y a los spots “antigrieta” en el canal del Estado que ya están circulando.
Borrar con el codo. Dorio es uno más –el caso más paradigmático– de los pingüinos reconvertidos. Eduardo Aliverti, Mario Wainfeld, José Pablo Feinmann, Eduardo Anguita, todos antiguos defensores fuertes del kirchnerismo y hasta ayer bastiones del “vamos a volver”, son ahora parte de la nueva grilla de la emisora pública que arranca el 1º de marzo. A pesar de la feroz adhesión a Cristina que supieron mostrar, en Radio Nacional todos aseguran que las tratativas para continuar con sus programas fueron muy fáciles. Demasiado. Ninguna negociación con los que renovaron el contrato demoró más de diez minutos, aseguran en los pasillos de la radio. Con Aliverti, incluso, cerraron la continuidad vía WhatsApp. “Queremos una Radio Nacional de todos y para todos. El oyente que venía escuchando la emisora va a seguir teniendo la posibilidad de hacerlo”, explica Ana Gerschenson, la nueva directora de la emisora, sobre los K reciclados.
“Me parece perfecto que sigan. Me gustaría pero no me dan la posibilidad”, dice uno de los periodistas expulsados más emblemáticos del anterior ciclo. Mariana Moyano, otra que participó de “678” y de la antigua Nacional, también adhiere a no cargar contra aquellos que sobrevivieron a la purga. “Yo no juzgo nunca a nadie por dónde labura”, dice, a pesar de que el programa del que era parte no solía mantener este espíritu objetivo. Para ella, lo que está intentando hacer la administración recién llegada es conservar un “cupo K” que le permita dar una sensación de pluralidad. “Se lavan la cara y ponen una cuota de los que estaban antes, en lugares marginales, para que nadie los acuse de que sacaron a todos. Llama la atención que los programas que ya no están son los que más medían”.
Moyano tiene un punto: las alrededor de 50 personas que fueron expulsadas –entre los que están Roberto Caballero, Jorge Halperín (que ya mandó una carta documento a RTA, la empresa que controla los medios públicos), Edgardo Mocca, Carlos Barragán, Cynthia García y Luciano Galende, más la renuncia de Víctor Hugo Morales– formaban parte del horario central de una emisora que había logrado un nivel de audiencia nunca antes visto. Siempre detrás de la inalcanzable Mitre y las asentadas Radio 10 y La Red, Nacional peleó durante todo el 2015 y parte del 2014 el cuarto puesto con Continental, algo que llama la atención si se tiene en cuenta que en el 2013 y en años anteriores oscilaba entre el 10º y el 15º puesto de las AM más escuchadas. Además, salvo Anguita que conduce la primera mañana, el resto de los que lograron quedarse en la radio van a tener programas solo los fines de semana.
A pesar de que la nueva gestión elude el tema del share, en los pasillos de Maipú 555 se acepta con resignación la idea de que es muy difícil que no baje, mientras que la última medición de Ibope, de enero, la ubica en el 6º lugar y parecería que va para peor. “No nos guiamos por el rating. Nosotros nos dirigimos a todos y en ese sentido soy optimista. Quizás nos sorprendamos todos con el share”, dice Gerschenson, que además apuesta a recibir publicidad de privados y aumentar así la rentabilidad. Jorge Sigal, el secretario de Medios Públicos, también se muestra entusiasmado. “Ahora se va a volver a hacer periodismo, recuperamos la noticia como objetivo. Se viene una radio plural”, asegura.
Cambio de dial. Gerschenson afirma que, “igual que Seoane”, tienen derecho de armar una nueva Nacional. Así lo han hecho: en dos semanas arranca la apuesta fuerte que tiene preparada el PRO, que ya anunció un recorte hasta un 40% para los sueldos más altos, para una radio con un perfil muy distinto del anterior. La primera mañana (de 6 a 9) la conducirán Romina Manguel y Anguita, la segunda el histórico Oscar Gómez Castañón (9 a 13), de 14 a 17 van María Julia Oliván y Diego Scott, seguidos por Román Lejtman y Silvia Mercado hasta las 19, luego Gustavo Noriega y Adrián Korol hasta las 21, una hora de fútbol y tango con Horacio Pagani y Roberto Perfumo, Alejandro Katz y Alejandro Horowitz hasta las 23 y Osvaldo Bazán en la madrugada. A ellos se le suman, los fines de semana, Graciela Borges, Carlos Ulanovsky, Felipe Pigna y Pacho O'Donnell, figuras de menor tinte kirchnerista que lograron seguir.
El cambio en la emisora va a ser igual o más abrupto que el que ocasionó la llegada de Macri a la Rosada. A pesar de lo que sostuvieron durante años, mientras les llegaban los cheques de los medios K para los que trabajaban, varios pingüinos se anotaron en una radio/reformatorio en la que manda el antiguo enemigo. “Esperar que no haya críticas al macrismo es esperar que no haya periodismo y no va a ser el caso”, asegura la directora sobre el foco que tendrán los programas de los conversos. ¿Van a volver? Si nunca se fueron.
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