Alberto Fujimori esperó con paciencia este momento. Con la calma oriental que heredó de sus ancestros y con la experiencia que le dan sus 77 años.
En prisión desde 2007 y sentenciado en 2009 a cumplir una condena de 25 años por su responsabilidad en delitos de lesa humanidad durante su presidencia (entre 1990 y 2000), el ex mandatario consideró que era el momento adecuado para jugar su última carta legal: pedir la anulación del juicio ante el Tribunal Constitucional (TC) y recuperar su libertad.
¿Qué cambió? La gran elección que hizo su hija, Keiko Fujimori (que le permitió acceder con comodidad al ballottage) y la mayoría absoluta que le otorga ese resultado a su partido en el parlamento peruano, son armas poderosas. El ex líder sabía que la presión que podía ejercer contra la Justicia era muy fuerte.
Por eso envió a su abogado, William Paco Castillo, a pedir un habeas corpus, en el que cuestionaba que la categoría de “delitos de lesa humanidad” no fue la correcta para sentenciarlo y poniendo en la mira a los magistrados que participaron de aquella condena.
Pero en realidad, esa mira estaba puesta, principalmente, en los siete miembros del Tribunal Constitucional que debían conceder el habeas corpus. Porque los integrantes de esta instancia pueden ser removidos por el Congreso, que será controlado por el fujimorismo desde julio. La presión era absoluta.
Y, sin embargo, seis de los siete miembros del TC votaron el martes por rechazar el habeas corpus y confirmar su sentencia. Fujimori tendrá que seguir esperando en su prisión vip. Keiko, ¿la salvadora? Durante la campaña para las elecciones generales, la decisión de Keiko había sido despegarse todo lo posible de la presidencia de Alberto. Por eso, su último acto vino acompañado de un “Compromiso de honor por Perú”, una especie de manifiesto de siete puntos en los que, básicamente, se propone a realizar todo lo contrario a lo que hizo su padre: respetar el orden democrático y la libertad de prensa, luchar contra la corrupción y la independencia de poderes, respetar la no reelección presidencial y no producir nunca más un “autogolpe” como el del 5 de abril de 1992, entre otros puntos.
Pero en este reinicio de campaña, el indulto a Alberto Fujimori se convirtió en un eje central. Está en la agenda de Fuerza Popular (el partido que lidera Keiko) y en la de sus opositores, que lo quieren convertir en su talón de Aquiles.
La favorita en las encuestas tuvo que salir a aclarar que no usaría esa facultad para “beneficiar a familiares” si fuese presidenta. Pero miembros de su partido desobedecieron la voz de la actual líder. “El ex presidente va a salir por la puerta grande de su encierro”, espetó la congresista del fujimorismo Cecilia Chacón.
Con eso bastó para que la campaña se centrara en el posible indulto. “Se abrió la caja de Pandora. Por la puerta grande saldrá primero el dictador y después sus familiares”, denunció la primera dama Nadine Heredia. La esposa del actual presidente, Ollanta Humala, es además la presidenta del Partido Nacionalista.
Sin embargo, la población no encuentra descabellada la idea de ver fuera de prisión al ex jefe de Estado. Una reciente encuesta de Ipsos, divulgada a través de la red social Twitter, asegura que el 40% de los consultados apoya el arresto domiciliario, el 21% cree que el próximo mandatario lo debería indultar, mientras que el 33% considera que Fujimori debe continuar tras las rejas.
Es probable que los problemas de salud que afectan al ex presidente hayan influido en la decisión de los que quieren verlo libre. En marzo, por ejemplo, debió ser internado en una clínica por problemas en el oído interno que le generaban importantes mareos.
Desde que fue sometido a la prisión, Fujimori cumple su condena en el penal de Barbadillo, un predio militar en el que el ex presidente es el único preso. Tiene una dependencia de 800 metros para su uso exclusivo que comprende dormitorio, cocina, sala de visitas y una enfermería. Pero además tiene un taller de pintura y escultura donde realiza muchas de las obras que luce en los demás ambientes. Con todos los escándalos de corrupción en los que estuvo envuelto, que además tenga el privilegio de cumplir su condena con tantos beneficios, fue motivo de protestas en Perú.
Desde junio, con mayoría en el Congreso, Fujimori tendrá mejores oportunidades de obtener la libertad. Pero si Keiko obtiene el ballottage, sus chances crecerán de forma exponencial. La vía judicial parece cerrada y su hija prometió no apelar al indulto. Será cuestión de encontrar otra argucia legal.
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