Es normal que un multimillonario como Carlos Slim, tan omnipresente en la vida diaria de mexicanos y latinoamericanos, sea objeto tanto de adulaciones como de insultos gratuitos. Los juicios sobre él se dividen entre la complacencia de intelectuales, políticos y artistas, que lo ven como un mecenas nacionalista, y la lapidación de ciudadanos comunes, que no tienen más opción que ser sus clientes porque es dueño de la mayoría de los productos y los servicios que compran. Luego se desahogan con chistes, como el típico: “Mi amor, entiende que cuando discutimos por teléfono ni tú ni yo ganamos. Gana Carlos Slim”. Los efectos de su inmensa fortuna invaden hasta las peleas de pareja en tono de comicidad contra uno mismo. Pero en el mundo empresarial, una de las cosas que se resalta de Slim es la dureza con la que asume sus negocios. Un muy cercano colaborador del fallecido empresario del norte de México, Lorenzo Zambrano, me contó que el presidente de Cemex y Slim eran amigos hasta que el magnate cementero decidió participar con un pequeño porcentaje en Axtel, una compañía telefónica competidora de Telmex. Este hecho, además de enfriar su relación personal, provocó que el mexicano más rico del mundo decidiera invertir en la Cementera Moctezuma para competirle a su antiguo amigo. Quizá ese es uno de los factores por los que, en el año 2010, cuando cumplió 100 años la Revolución mexicana por una mayor justicia social protagonizada por Emiliano Zapata y Francisco Villa, Slim celebró sus 70 años de edad acumulando tanto dinero que por esas fechas consiguió rachas de ganancia de un promedio de dos millones de dólares por hora, algo que él minimiza y enmarca como un hecho de la nueva era en que vive la humanidad:
—Pero hoy estamos en una nueva era en que lo más importante es el combate a la pobreza —me explicó Slim en entrevista—. Antes era un problema moral y ético; ahora es un problema económico. El gran progreso chino es que saca a 20 o 30 millones de chinos cada año de la pobreza y de la marginación. Entonces, lo que China ha hecho es sacarlos con capitalismo. Todo es capitalismo. Esos que dicen que capitalismo salvaje y que lo otro, no es cierto. Todo es capitalismo. Hay capitalismo de Estado o capitalismo privado. O el capital que tienen los fondos de pensiones, que al final es privado. El capitalismo es fundamental para que haya inversiones. Un amigo decía: “¿Qué es capital? Es lo que uno gana menos lo que uno gasta. Eso es lo que acaba formando el capital, y las sociedades necesitan capitalizarse, como es el caso de China.
Empresario. De acuerdo con sus compañeros de estudios, Carlos Slim no parecía tener un perfil de empresario cuando estudiaba en la unam. A algunos los sorprendió que en diciembre de 1967, seis años después de haber salido de la facultad, los invitara a formar un club de inversiones. Se trataba de algo inusual, ya que la mayoría de los ingenieros recién egresados optaba por trabajar de manera directa en el ámbito de la construcción, que era el camino habitual para un ingeniero civil. Fue por ese tiempo cuando Slim, ya casado con Soumaya, fundó Carso y empezó a trabajar como corredor de bolsa. Algunos de sus amigos creen recordar que les dijo que había estudiado una maestría en inversiones en Estados Unidos, aunque este dato se omite en su autobiografía oficial. Cuando el Che Guevara inspiraba a cientos de estudiantes latinoamericanos, uno de los héroes de Slim era Jean Paul Getty, quien además de ser millonario cobró fama como escritor motivacional. En su libro Cómo ser rico describe a cuatro tipos de personas: 1. Las que trabajan mejor por sí solas que con una empresa. 2. Las que buscan ser las más importantes dentro de una empresa. 3. Las que sólo aspiran a recibir un buen salario. 4. Las que no tienen ninguna necesidad o deseo de prosperar y se conforman con lo que tienen. Los que se ubican en las primeras dos clasificaciones podrían conseguir la riqueza económica porque —abracadabra— cuentan con una “mentalidad millonaria”, explicaba Getty. El magnate estadounidense decía que su secreto para lograr su riqueza era levantarse temprano, trabajar hasta tarde y encontrar petróleo. La principal fuente de su fortuna era Getty Inc., un emporio energético que desapareció cuando fue adquirido por Texaco, años después de su muerte. Getty gozaba también de fama de no gastar dinero. En la literatura de los magnates, además de ser el billonario pionero, suele ser calificado como “el hombre más tacaño del mundo”.
—Sí leía a Getty en Playboy. No es que viera las fotos de las muchachas… Bueno, también las veía, pero no compraba la revista. Estaba en las peluquerías —me cuenta Slim en entrevista—. Pero al que más admiro como empresario es a mi papá, y de empresarios hay muchos que tienen cosas notables, de los que les puedes aprender mucho, pero en la vida personal no te convencen. Yo creo que a todo mundo le puedes aprender de lo que hace bien, aunque también de lo que hace mal. Del siglo xx, te diría que el mejor empresario, en mi opinión, es Edison. Era un gran inventor, desarrollaba los inventos, era un gran científico, probablemente mexicano, o cuando menos latino porque era Thomas Alva Edison. Y estupendo, extraordinario; por más que lo critiquen, él inventó todo. Un día ve en internet cuántas patentes tiene.
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