“Hay amigos que no son amigos, y hay amigos que son más que hermanos”, dice un famoso pasaje de la Biblia. Parece que esta es una de las frases de las sagradas escrituras a la que el Papa le presta mucha atención: sus contactos políticos en el país son bastante más que una amistad. Defensores a ultranza de Francisco, hoy su núcleo más duro y visible de aliados se muestra en público con confianza y se hacen llamar “los laudatianos”. Invitados frecuentes en el Vaticano, Gustavo Vera, Julián Domínguez, Eduardo Valdés y “Pino” Solanas se muestran hoy como una especie de partido político que lleva la bendición más santa.
La cita fue el 10 de agosto en el bar de Valdés, ex embajador del Vaticano durante el kirchnerismo y hombre clave para destrabar la relación entre CFK y el Pontífice. Los políticos de la oposición que asistieron al encuentro tienen una relación nutrida con el hombre de la sotana blanca: Domínguez conoce a Bergoglio desde sus años de juventud católica, cuando se lo cruzaba en campamentos de agrupaciones religiosas, y fue por eso que el Papa lo designó como su candidato para las elecciones para gobernador de Buenos Aires en el 2016, mientras que Vera es quizás el dirigente con más llegada a Francisco, y ahora aparece como una especie de vocero vaticano semiautorizado. Solanas es el más nuevo en este grupo, pero sumó varios porotos cuando logró hacer que el Senado se encargue de la publicación de la encíclica de Francisco, “Laudato Si” -para la que colaboró con el autor acercandole informes y estadísticas al Vaticano- y también por el trabajo que realizó en “El Legado”, su último documental sobre el peronismo que, dicen en el entorno santo, le habría gustado mucho al mismo Bergoglio. “Somos dirigentes no corruptos que, con base en el Laudato Si, queremos hacer política por el bién común”, dice Vera a NOTICIAS, y asegura que hay varios intendentes de Buenos Aires que se están por sumar.
Un amigo es una luz. Los que saben del tema aseguran que el entorno del Papa en Argentina se puede dividir en dos: los que tienen el perfil alto -que se levanta a medida que su cercanía con el Vaticano se incrementa- y el resto que prefiere evitar los flashes. En este último grupo miran con cierto recelo a “los laudatianos” y a todos los que, para ellos, hacen alarde y mediatizan su relación con el Sumo Pontífice. Este sector, que prefiere no dar su nombre, siente que más de una vez se usa el nombre de Francisco por motus propio. “Se autoproclaman como voceros y lo hacen decir lo que ellos quieren: así le hacen daño al Papa”, aseguran. Vera, por su lado, asegura que “Francisco es Francisco y nosotros somos nosotros. Trabajamos con él cuando todos lo puteaban, y somos amigos de cuando nadábamos contra la corriente”. Quizás la próxima grieta santa sea en el interior del círculo de los amigos y de los hermanos.
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