“Los hermanos sean unidos. Porque esa es la ley primera”, dice una de las máximas más recordadas del Martín Fierro. Una obra que parece no ser la favorita de la actriz Isabel Macedo. Es que la morocha se casó el sábado 24 de septiembre con el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey. Y mientras el tema del día era el glamour y el jolgorio de la fiesta, Alejandra Macedo, la hermana mayor de la actriz, hablaba y lloraba frente a los medios porque no había sido invitada a la boda del año. Pero no es la primera vez que un familiar decide hacerle pasar un mal momento a un famoso por quedarse afuera de uno de los eventos más importantes en la vida de esa persona. También vivieron situaciones similares Jésica Cirio, Mauricio Macri y Juliana Awada, y hasta Máxima Zorreguieta.
Expuestos. “Un casamiento es un acto simbólico que pone en evidencia la calidad de los vínculos familiares. Puede evidenciar los lazos rotos. Es una apuesta a la re-unión y al olvido de algo negativo. Aunque no siempre es posible”, explica la psicóloga Any Krieger, autora del libro “Sexo a la carta. Costumbres amorosas en el siglo XXI”. Esa imposibilidad de recuperar el vínculo fue lo que sucedió entre las Macedo. La mayor no estuvo en la lista de 500 personas que asistieron a la boda de su hermana Isabel. Lo que motivó a la mujer, los días anteriores a la fiesta, a romper el silencio, y desfilar por las revistas y los canales de tevé para contar “el drama familiar” que vive desde que la morocha cortó la relación en el 2014.
“Que frío que una tenga que ver el casamiento de su hermana a través de la televisión”, expresó la mayor de las Macedo. A la vez que apareció un video donde se la veía llorando: “No voy a decir hola qué tal y hacer lío. Yo podría ir y arruinárselo, pero no. Le deseo toda la felicidad”, remató Alejandra.
Pero antes del caso de Macedo, Jésica Cirio también fue de las que prefirió asegurarse que su familia no arruinara su boda. La modelo se casó con el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, el 8 de noviembre del 2014, y su papá Horacio, fue declarada persona no grata. Es que el padre de la rubia, conocido como “Don Cirio”, recurrió a la televisión para acusar a su hija de abandono. Mientras que Cirio aseguraba que él la extorsionaba. “No lo odio pero no va a ir a mi casamiento”, había dicho la modelo.
Ausentes VIP. Hasta en las familias de alta alcurnia están esos familiares que avergüenzan la sangre . Sobre todo cuando su pasado esconde la cruenta dictadura militar argentina. Esa es la razón que llevó a Máxima Zorreguieta a tener que declinar la invitación de su padre a su casamiento con el rey Guillermo De Orange, aquel 2 de febrero del 2002. La Casa Real consideró al secretario de Agricultura y Ganadería durante la dictadura, Jorge Zorreguieta, persona no grata tras analizar junto a un grupo de historiadores su relación con los militares argentinos. Si bien no participó directamente en los crímenes de lesa humanidad, a la Casa Real le bastó con que haya sabido de ellos para prohibirle de ahí en más, participar de cualquier acto oficial.
Con motivos menos trágicos, quienes también tuvieron que lidiar con las especulaciones alrededor de los faltazos de dos familiares, fue el matrimonio presidencial de Mauricio Macri y Juliana Awada. En el caso de él, fue el patriarca Franco Macri quien decidió plantar a su hijo aquella noche del 20 de noviembre del 2010 en la estancia “La Carlota”, en Tandil. ¿La excusa? Que la celebración era muy lejos. Mientras sus íntimos aseguraban que no quería cruzarse con la familia de su ex mujer, Alicia Blanco Villegas, y con ella. Además de que no terminaba de ver con buenos ojos la relación de su hijo con Awada, quien no representaba a la perfección la “high society” de su familia. La hoy primera dama debió enfrentar, además, la ausencia de su hermano Alejandro Awada, por diferencias ideológicas con Macri. El actor había comparado al entonces jefe de Gobierno con el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi, y en reiteradas oportunidades manifestó su desencuentro político: “Me tocó que mi hermana menor, a la que considero una buena persona, se casó con un señor que es representante, para mí, de lo que le hace mucho daño a la Argentina”. Y así, la famosa grieta, separó a los hermanos Awada en uno de los eventos más importantes del año. Una prueba de que hasta en las más destacadas y glamorosas familias argentinas, como reza el viejo refrán, “se cuecen habas”.
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