El drama del hijo de Luisana Lopilato y Michael Bublé, que dio a conocer el portal Exitoína, puso en foco un tema tabú. En todo el mundo, alrededor de 250 mil niños son diagnosticados anualmente con cáncer, que aparecen en las mismas partes del cuerpo que a los adultos, pero con diferencias. Los cánceres de la niñez pueden ocurrir repentinamente, sin síntomas precoces, y tienen un índice de curación elevado.
Mientras que los tipos de cáncer más frecuentes en la adultez son el cáncer de pulmón, de colon, de mama, de próstata y de páncreas, en niños y adolescentes los que más se dan son las leucemias, los tumores del sistema nervioso, de huesos, del sistema linfático (linfomas) y de hígado. Cada uno de éstos cánceres se comporta en forma diferente, pero todos se caracterizan por la proliferación descontrolada de células anormales.
De acuerdo con los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos (NIH) los índices de mortalidad por cáncer infantil han bajado en casi 70 % en las últimas cuatro décadas. Pero aún así el cáncer sigue siendo la causa principal de muerte en niños. El tratamiento que reciben los chicos no siempre es igual al que reciben las personas adultas, y los chicos no deben ser tratados por un pediatra sino por un oncólogo pediátrico que trabaja con un equipo especializado en tumores infantiles.
Ese oncólogo tendrá en cuenta qué tipo de cáncer padece el chico y cuán avanzado está. Recién a partir de allí el especialista determinará qué tratamiento es el que más se ajusta al niño o adolescente: cirugía, quimioterapia, radioterapia, inmunoterapia y trasplante de células madre, por ejemplo.
Las causas de la mayoría de los cánceres infantiles no son conocidas. Cerca de cinco por ciento de todos los tumores tienen su origen en una una mutación hereditaria (un cambio genético que puede transmitirse de padres a hijos). Esas mutaciones provocan un crecimiento celular descontrolado que culmina en el cáncer. En el caso de las personas adultas, dichas mutaciones génicas reflejan los efectos acumulados del envejecimiento y de la exposición por largo tiempo a sustancias generadoras de tumores. Pero identificar las causas posibles del ambiente en el cáncer infantil está resultando más dificultosa, porque el cáncer en niños es raro y porque es difícil determinar a qué pudieron estar expuestos los chicos antes de crecer.
“El tratamiento supone grandes exigencias para los niños y sus familias: durante un tiempo más o menos prolongado deben armar su rutina familiar en función del hospital, de los horarios y de los cuidados que requiere el niño enfermo -explican en la Fundación Natalí Dafne Flexner, FNDF, especializada en ayuda al niño con cáncer-. El chico debe soportar procedimientos dolorosos, tomar medicaciones, hacerse estudios, soportar restricciones a lo que eran sus actividades cotidianas antes del diagnóstico y ver limitada su vida infantil. Los papás deben aprender gran cantidad de información, deben aprender los códigos de la institución en la que su hijo se trate, lidiar con las obras sociales y con el banco de drogas, explicarle a familiares y amigos la evolución del niño, cuidar a los hermanos sanos en caso de que los hubiera, resolver su situación laboral, seguir funcionando como soporte de su hijo.”
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