En 1972 se creó el régimen de promoción de Tierra del Fuego, pero con la apertura económica de la última dictadura militar (1976-1983) poco se avanzó en esos años. Sólo en 1982, año de la Guerra de Malvinas, el subrégimen industrial, en el que predomina la electrónica, superó la cifra de 2.000 operarios. Al año siguiente se inauguraron las plantas de Aurora Grundig y Mirgor, la empresa que entonces fundaron Nicolás Caputo y Mauricio Macri para fabricar equipos de climatización de autos. Eran los tiempos en los que Franco Macri fabricaba Peugeot y Fiat en Sevel. En 1983 también se instaló la fabricante de autorradios Famar, que comenzó como empresa de la familia Abolsky, después perteneció a la norteamericana Delphi hasta que el año pasado fue vendida a quien era su CEO local, Hugo Pascarelli.
En 1987, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, superó los 6.000 empleados, pero después con la hiperinflación y la política neoliberal de Carlos Menem la ocupación fue cayendo hasta la mitad en 1996. “En 1988 hicimos 40 días de huelga”, recuerda el secretario general de la UOM de esta ciudad y diputado nacional por el Movimiento Solidario Popular, Oscar “Zurdo” Martínez.
En 1989 la ley de emergencia económica del menemismo echó por tierra la mayoría de los beneficios de la promoción. No es casualidad que en 1995 un empleado despedido de la fábrica de electrónica fueguina Continental, Víctor Choque, se convirtió en el primer asesinado por la represión policial en una protesta social desde el regreso de la democracia. Murió en la mayor manifestación de la historia de la isla. El entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, proponía ya entonces que la isla se dedicase al turismo, al procesamiento del gas y a la industria forestal. “El peor año de la historia de la industria fue 1995, cuando en Río Grande quedamos solo 600 operarios”, recuerda Martínez.
El gerente de la planta de Famar, Rubén Bertossi, nació en Buenos Aires en 1969 y llegó con su familia a Río Grande en 1971, un año antes de que se creara el régimen de promoción. “Cuando empecé la escuela había tres chicos chilenos por cada uno argentino… Si sacás lo geopolítico es difícil sostener que la industria esté acá y no en el conurbano”, sostiene Bertossi. En 1991 partió a trabajar a otros pagos por la crisis de la industria y volvió en 2006. “Yo he visto gente que cambiaba su casa por un auto para irse de la provincia. La ciudad quedó vacía en tiempos de Menem. Acá la gente no viene a otra cosa más que trabajar y en aquel tiempo se volvía con la diferencia que había podido hacer”, recuerda Bertossi.
En 1994, Menem intentó reflotar la isla al incorporar al pacto de Ouro Preto, de creación de la unión aduanera del Mercosur, un capítulo que ratificaba la existencia de dos zonas francas, una en Manaos y otra en Tierra del Fuego, hasta 2013. Pero fue la capital del estado de Amazonas la que aprovechó la oportunidad para abastecer a un mercado argentino que a partir de 1999 entraría en una recesión seguida de depresión. En 2002 apenas trabajaban en la industria fueguina unos 2.000 empleados. “Mientras la Argentina hacía su apertura económica y no venían recursos a Tierra del Fuego, Manaos siguió avanzando”, recuerda la exgobernadora Fabiana Ríos.
En 2003 llegó al poder un patagónico, Néstor Kirchner, y abrió el club de los fabricantes fueguinos por dos años para que compitiesen con productos que elaboraba Manaos, pero no con los del territorio continental argentino. Así es que la industria provincial volvió a emplear a más de 6.000 entre 2007 y 2009, sobre todo de la mano de la producción de televisores y equipos de audio. Fue entonces que Mirgor entró a la electrónica de consumo masivo: empezó a armar equipos de aire para hogares y oficinas.
Una exministra de Industria fueguina duranteel gobierno de Ríos, Carolina Yutrovic, exoperaria del sector electrónico, destaca: “En los 12 años de kirchnerismo, el Gobierno nacional se preguntó qué necesitaba para generar empleo en Tierra del Fuego”. “Pero la Presidenta no nos coptó”, aclara Ríos. “Fue Afarte la que planteó este plan en 1999 y nosotros se lo presentamos a Cristina en 2008”, agrega quien dejó la Gobernación y ha vuelto a trabajar como farmacéutica en una droguería de Ushuaia.
En 2009, en plena crisis mundial, el Gobierno de Fernández de Kirchner envió al Congreso el proyecto de ley tachado de “impuestazo tecnológico” para favorecer a Tierra del Fuego. Un exempleado de Rubén Cherñajovsky, dueño de Newsan, cuenta que fue su expatrón quien le acercó el proyecto al entonces esposo de la jefa de Estado, Néstor Kirchner. “Los equipos de aire acondicionado y los celulares argentinos tenían fuerte competencia importada”, recuerda el exsecretario de Industria nacional y actual subsecretario de Desarrollo Productivo matancero, Javier Rando. “Importábamos de Asia, México y sobre todo de Manaos”, agrega la exministra de Industria nacional Débora Giorgi. “Tanto en México como en Manaos tenían incentivos fiscales como los que hoy tiene Tierra del Fuego. Era una oportunidad de recuperar la producción en un mercado que crecía poco en un contexto internacional muy adverso. La idea era desarrollar trabajo genuino que ayudara a la estabilidad económica de la isla porque el Estado era casi el único empleador. Y logramos que la producción nacional de electrónica, que antes abastecía el 20% del mercado nacional, abasteciera en 2015 el 80%”, defiende la exministra, encargada de autorizar las nuevas empresas y productos del régimen de Tierra del Fuego entre 2008 y 2015, los años de su ascenso y posterior declive. Giorgi enfrenta dos investigaciones judiciales por el supuesto reparto irregular de subsidios de otros planes, el de bienes de capital y capital semilla, aunque hasta ahora está libre de procesamientos.
El kirchnerismo impulsó la ley, al tiempo que la oposición se dividió entre la abstención, como la UCR y la Coalición Cívica, y el rechazo, como el PRO y el peronismo antikirchnerista. Los importadores y la Cámara de Informática y Comunicaciones (Cicomra), que agrupa a las telefónicas y las multinacionales de tecnología y electrónica, hicieron campaña en contra.
“Para productos que tenían una función importante en la reducción de la brecha digital, se abrió el régimen con un decreto en 2010”, cuenta Giorgi. Es decir, se permitió que por seis meses se radicaran nuevos fabricantes pero sólo de computadoras portátiles para abastecer el plan Conectar Igualdad, de distribución gratuita a todos los alumnos de las escuelas públicas secundarias del país. En 2011 se prorrogó la apertura del club por otro semestre, no sólo para netbooks sino también para módems y tablets. A fines de ese año se dieron otros seis meses más y se sumaron las cámaras fotográficas. Así que se amplió la oferta productiva de Tierra del Fuego, que hasta 2008 se concentraba en televisores, reproductores de video y DVD y microondas y que a partir de 2009 se expandió hacia celulares y decodificadores. “Antes de la modificación de los impuestos internos se fabricaban 500.000 celulares por año y después se llegó a 14 millones”, destaca el diputado sindical Martínez.
“Se abrían carpetas en función de la demanda”, cuenta Giorgi. Mirgor aprovechó para expandir su oferta y equilibrar su producción con las de BGH y Radio Victoria, jugadores históricos de la electrónica fueguina, y con Newsan, que nació en 1991, se concentró en la importación en los 90 y apostó a la producción en los 2000. Cerrada la importación, radicaron plantas la grandes cadenas de electrodomésticos Garbarino y Frávega. “Los importadores compraron proyectos de producción porque veían peligrar su negocio”, comenta Martínez.
Además el entonces secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, aplicó desde 2011 un cerrojo a las importaciones que protegió -en exceso, para muchos- a toda la industria nacional, incluida la fueguina. Manaos nunca ha necesitado semejante cerrazón para controlar el 70% del mercado brasileño de electrónica. Cuando Moreno dejó el Gobierno en 2013, quien asumió como ministro de Economía, Axel Kicillof, mantuvo el torniquete. “El Gobierno te cerró la importación y te negociaba el precio de tus productos, pero también le convenía mayores precios para recaudar más IVA”, explica un empresario de la electrónica fueguina que prefiere mantener reservada su identidad. “A su vez, el empresario, como no tenía competencia extranjera, aceptaba cualquier aumento salarial en paritarias, no le importaban los costos de transporte o que el ausentismo llegara al 10% del personal. Los productos se encarecieron cada vez más. La industria es eficiencia, productividad e innovación, pero en este caso el esquema no incentivaba a ser eficientes”, añade el hombre de negocios.
En 2011, por exigencia de Moreno y Giorgi, las electrónicas fueguinas constituyeron un fideicomiso (contrato por el que personas físicas o jurídicas transfieren bienes para que un tercero los administre) para crear exportaciones que compensaran tanta importación de piezas. Allí aún aportan entre 2% y 3% de su facturación al fondo. Con ese dinero, el fideicomiso, bajo administración de Mirgor, terminó comprando por 200 millones de dólares la Minera Don Nicolás, dueña de un yacimiento de oro en la provincia de Santa Cruz. Ese fondo es otro motivo del encarecimiento de la electrónica, se queja un alto ejecutivo de una telefónica.
En 2013 la industria fueguina batió su récord de empleos al superar los 16.000, de los cuales 13.000 eran de la electrónica. “Las políticas kirchneristas a favor del consumo y el atraso cambiario favorecieron la industria”, explica Fabio Rozenblum, director de Mirgor. “Nunca se vendieron tantos autos y televisores como con los K. Los productos dolarizados se hicieron más baratos en términos de pesos y en relación al salario, y había financiamiento. Así es que Mirgor tuvo un crecimiento importantísimo en ventas y ganancias en términos absolutos. Las ganancias sobre ventas rondaron el 4% y el 6% y se reinvirtieron en un 95% en las plantas porque era negocio”, agrega el ejecutivo de Mirgor.
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Esta investigación fue realizada para Chequeado.com y se publica en forma conjunto con NOTICIAS. Chequeado es una organización dedicada a la verificación del discurso que busca mejorar la calidad del debate público en la Argentina. Este artículo forma parte del proyecto “Investigación y datos: Chequeado sin corsé”, que incluye más de 12 producciones a publicarse antes de fines de 2016 en el sitio especial “Chequeado Investigación”, y que fueron financiadas gracias al apoyo de Open Society Foundations (OSF).
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Esta investigación se completa con otros textos:
Mitos y verdades de la electrónica fueguina
La industria fueguina se pregunta cómo bajar los costos
El sufrimiento en la Margen Sur: la lucha por el techo de los operarios de la electrónica
Un Gobierno obsesionado por la baja de los precios de la electrónica
Componente nacional, exención impositiva y concentración económica, en la polémica
El difícil sueño americano… del extremo sur
El debate sobre el futuro de un régimen promocional que vence dentro de siete años
Las razones geopolíticas que llevaron a crear un polo electrónico en el Sur
La crisis de la electrónica empezó con la devaluación de 2014 y se profundizó en 2016
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