Lejos de todo. Del cemento, del tráfico, del stress y, sobre todo, de la política. O al menos, así se quiere mostrar Florencio Randazzo en las dos semanas que se tomó, junto a su mujer, sus hijos y sus seis hermanos, en Valeria del Mar. Desde que llegó, un día después de la Navidad, el ex ministro del Interior del kirchnerismo intentó olvidarse de que en meses hay unas elecciones que podrían ser claves para su futuro, y rechazó hablar con los medios y con otros políticos.
“Ya estoy grande, quiero estar tranquilo”, le repite al que le pregunta sobre una posible candidatura para las legislativas en Buenos Aires. Aunque juega al misterio: cuando sus amigos le mencionan la posibilidad de que CFK, quien lo marginó en el 2015 y puso a Daniel Scioli al frente de la boleta presidencial del FPV, se presente a competir en unas primarias del peronismo, los ojos del nacido en Chivilcoy brillan. La venganza se sirve fría, pero también se puede cocinar en la playa.
Menos arisco con la prensa que de costumbre –hace algunos años no devolvía el saludo- aunque lejos de aceptar una entrevista, Randazzo disfruta sus últimos días en la costa bonaerense, antes de volver al ruedo luego de este fin de semana. Por ahora se relaja yendo bien temprano a la playa pública, de donde se va antes del mediodía para almorzar en la casa que alquila a metros de la arena. Se ve que el aire costero le sienta bien: varios vecinos y turistas se acercan a hablar con el ex funcionario, que devuelve las sonrisas. De puertas para adentro las vacaciones pasan entre partidos de truco, asados familieros –el mismo Randazzo estuvo al frente de más de uno- y largas horas lejos del celular y de la televisión. Más de uno de los que pasaron por el gobierno anterior, que hoy sufren un presente complicado, le envidará esta suerte.
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