La razón por la que tantos mexicanos cruzan la frontera es el enorme salario que obtienen comparado con la magra suma que logran adquirir en su país que ronda los 291 dólares. Por supuesto que es un beneficio recíproco, porque las empresas que los contratan en negro se benefician pagando menos cargas laborales. Si Donald Trump construye su tan anunciado muro, esto podría cambiar.
Los trabajadores mexicanos ganan 22.235 dólares anuales, cifra que no alcanza siquiera el umbral del salario mínimo en los Estados más progresistas, como California o Nueva York, donde rondan los 23.000 dólares anuales. Además, la base de la pirámide de los asalariados mexicanos en EEUU es muy ancha: el 40% ganan entre 10.000 y 19.000.
Sin embargo, es importante tener en cuenta la diferencia del costo de vida entre ambos países. Los precios de la canasta de productos básicos en EE.UU son algo más del doble que los de México, según las cifras de enero de la Organización para el Desarrollo y Económico (OCDE). Es decir que la diferencia de ingresos sería aún tres veces mayor al norte de la frontera.
Parte de esta brecha tiene que ver con diferentes niveles educativos y formativos. Por eso ha ido cambiando el perfil de la inmigración. Muchos trabajadores con maestrías y doctorados se quedan en USA.
"Estas cifras demuestran que México no es uno de los ganadores del NAFTA. A pesar de que el comercio y la inversión extranjera se ha multiplicado, las diferencias salariales no se han acortado", afirma el economista Gerardo Esquivel, investigador del Colegio de México. En cambio en dos décadas de tratado de libre comercio de América del Norte (NAFTA) han multiplicado por seis la inversión estadounidense directa en el país azteca.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo informó que México está entre las 30 economías con mayor brecha de desigualdad, por delante de países como Nigeria o el Congo.
Los ingresos del 10% de las familias con mayor remuneración en el país son 21 veces más altos del 10% más pobre según el Instituto de estadística Inegi. El salario mínimo no cubre las necesidades básicas y cae por debajo del umbral de la pobreza, en la que se encuentra casi la mitad de la población. En los últimos años el número de pobres aumentó en dos millones.
Informe: María Cristina Ferreiro
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