La derrota electoral del 2015 todavía deja secuelas dentro del movimiento peronista. Sin un líder unificador, el Partido Justicialista busca dirimir sus internas de cara a las próximas elecciones legislativas con un propósito final: llegar unido al 2019. ¿Podrán? Todo indica que será mucho más difícil de lo que intentan comunicar.
A menos de un mes del cierre de listas todavía quedan interrogantes. Florencio Randazzo ya está decidido a postularse para la interna del partido, pero todavía no definió compañero de fórmula. Las encuestas lo miden junto al ex presidente del bloque de Diputados K, Julián Domínguez, aunque, según pudo saber NOTICIAS, Domínguez irá dentro de la lista, pero no encabezando a los diputados. Al igual que Sergio Massa, Florencio tiene un problema difícil de resolver en el corto plazo: para los votantes es muy difícil salir de la polarización Kirchner versus Macri. Por lo tanto, quien se muestre diferente de ellos dos queda desdibujado. No se puede enfrentar a los dos al mismo tiempo.
En este contexto, el mayor enigma lo presenta Cristina Kirchner,. El juego de Cristina, hasta ahora, consiste en mantener la cuota de poder que le da la intención de voto reflejada en las encuestas. Ese número, que ronda entre el 25% y 30%, según quién lo mida, es el capital político de Cristina para negociar dentro del peronismo. Sin embargo, en una entrevista del jueves 25 en C5N, CFK dejó un enigmático mensaje: "Si es necesario que en octubre sea candidata, lo seré".
Estrategia. En las últimas semanas, el discurso del cristinismo duro fue resaltar sus conquistas simbólicas y victorias culturales, como el matrimonio igualitario, la asignación universal por hijo o las políticas de derechos humanos. A lo cual le suman: “Es la presidenta reelecta con el 54% de los votos”. Frente a todo eso, perder contra una alianza encabezada por Mauricio Macri sería un golpe muy duro. Cristina negocia con el peronismo para conseguir lugares para los amigos camporistas de su hijo. Pero en el partido, los jóvenes de La Cámpora no son del todo bienvenidos. Los más memoriosos aún recuerdan los destratos cuando estaban en el poder.
Ciudad. Uno de los camporistas que más rápido se está moviendo es Juan Cabandié. Las reuniones en el quincho de su nueva casa en Caballito, cerca de Plaza Irlanda, no son sólo en pos del proyecto nacional y popular. Su banca vence este año y necesita renovarla. Su competencia en la Capital Federal es el sindicalista Víctor Santamaría, secretario general del gremio de los encargados de edificio. Hace unas semanas, tuvieron un encontronazo luego de que Santamaría en una reunión partidaria dijera que al macrismo no se lo controlaba bien en la ciudad. El mensaje tenía un destinatario: Cabandié. La presidenta de la Auditoría General de la Ciudad es Cecilia Segura Rattagan, la esposa del camporista. Unos días después, Cabandié se cruzó con Santamaría en el despacho de Mariano Recalde y le llevó una carpeta con todos los pedidos de informes que había hecho su esposa. “Acá tenés, por si tenés alguna duda sobre el trabajo de mi mujer. Algunas cosas salieron en Página/12. Deberías leer tus medios”, le reprochó. La situación fue tensa, pero Mariano Recalde los calmó.
Las fisuras internas también preocupan a Recalde, quien luego de ser candidato a jefe de Gobierno porteño en el 2015 se quedó sin ningún cargo. Hace dos años que milita en el llano. Ahora quiere romper con esa inercia.
La ventaja que tiene Santamaría sobre Cabandié es la estructura y la caja de un sindicato, sumado a los medios de comunicación en los que invirtió en los últimos años.
Los sindicatos son una estructura en la que se apoyan muchos candidatos, en especial del peronismo. Randazzo tiene el auspicio de Antonio Caló (UOM), Alberto Roberti (Petroleros), Rodolfo Daer (Sanidad) y los sindicalistas agrupados en el Movimiento de Acción Sindical Argentino (Masa) como Omar Viviani (taxistas) y Guillermo Moser (Luz y Fuerza). Tienen dinero y mueven electores, un bien apreciado en la política.
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