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SOCIEDAD | 27-06-2017 18:19

Historia secreta de la escalada de "Ernestina" a "señora de Noble"

Llegó a ser una de las empresarias más importantes de la Argentina. Murió como vivió: con perfil bajo y sin soltar el poder.

En los últimos años, a la viuda de Noble le empezó a pesar la edad y los avatares políticos que tuvo que enfrentar su empresa. “Ella siempre fue reservada y nunca le gustó dar declaraciones, pero cuando estalló la guerra con el kirchnerismo, se encerró aún más. Se refugió en la familia y algunos afectos. Comenzó a evitar eventos y lugares públicos y se recluyó en su casa”, detalló una fuente de su entorno. Sin embargo, en silencio, Ernestina seguía siendo una voz autorizada en Clarín y una de los principales accionistas del holding.

El dueto que manejó Clarín desde la muerte de Roberto Noble, en 1969, guarda secretos que solamente ellos pueden responder y que ahora deberán ser revelados, al menos, a Marcela y Felipe. “Ellos no conocen el alcance del Grupo. Para Magnetto, Felipe no será mucho problema. Marcela, en cambio, tiene más carácter, es más parecida a Ernestina”, explicó una fuente.

La escalada

Curiosamente, el ascenso social de Ernestina también fue gracias a un testamento. Ella no venía de la aristocracia. Hija de profesores, la joven pronto se lanzó al mundo laboral como bailarina de flamenco junto a su hermana. Fue en esta época, a mediados de la década del ’50, que su vida cambiaría para siempre al conocer a Roberto Noble. Las versiones del encuentro que acabaría en matrimonio son variopintas. Martín Sivak, autor de “Clarín: el gran diario argentino. Una historia”, enumera cuatro versiones posibles: un paseo en barco, un teatro, una cita arreglada por un ex fotógrafo de Clarín o el trabajo de Ernestina en una sucursal del diario. La oficial es un “flechazo” en el Delta del Tigre.

Pero a pesar de este encantamiento, según explica Sivak, Ernestina no era la única dama en la vida de Noble y aún le faltaba un largo trecho para convertirse en “la señora de”. “Noble decidía cuándo ocurrían los encuentros y no la hacía participar de comidas importantes ni de giras internacionales”, explica el autor. De todas formas, Ernestina fue ganando posiciones. Noble solía reescribir seguido su testamento y, año tras año, ella era la que más ascendía. Para 1963, la entonces señorita Herrera figuraba en el puesto 23 del apartado “parientes y amigos” con una mensualidad vitalicia de 20.000 pesos y 1 millón en efectivo. Dos años más tarde, Roberto Noble, había duplicado ambas cifras y agregado un automóvil Valiant modelo ’62.

En enero de 1967, Noble sufrió un ACV que le inmovilizó parte del cuerpo y casi le hizo perder el habla. Sus andanzas de Don Juan se terminaron y él se aferró a la mujer que lo acompañó en esa difícil situación: “La Pity”, como solía llamar a Ernestina Laura Herrera.

No habían pasado seis meses de la afección, con Noble aún convaleciente, cuando la sorpresa irrumpió en el entorno familiar, incluyendo a la única hija del empresario: Guadalupe Noble, o “Lupita”, como él la llamaba. La feliz pareja se casaba con toda la pompa. “Los detractores de la novia aseguran que Noble estaba tan mal que en un momento de la fiesta preguntó quién cumplía años”, asegura Sivak. Sin embargo, las críticas no le importaron a Ernestina. Tampoco a Roberto, quien en un nuevo testamento dejaba Clarín a su flamante esposa. Así, ella se convertía en la heredera de un potencial imperio que, por entonces, tenía serios problemas económicos.

Pero el cuento de Cenicienta duró poco. En enero de 1969 murió Noble. Ella debió soportar nuevamente ataques y acusaciones de “viuda negra”, que incluían versiones sobre el poco cuidado a su marido. Pero ella asumió como directora de Clarín y ya no quedaba lugar para esa muchacha de Flores que bailaba sobre las tablas. Se embarcó en una tarea que la tuvo casi medio siglo construyendo poder.

Construir poder

Erigida como la jefa de uno de los medios más influyentes del país, Ernestina arrancaba la década del ’70 con conflictos a resolver. Por un lado debía solucionar un asunto familiar. Ese problema se llamaba Guadalupe Georgette Noble, la hija extramatrimonial del fundador de Clarín. Tras el repentino casamiento, Noble le indicó a la niña que debía llamar “mamá” a Ernestina y aceptar que ella la ayudara con la tarea para el colegio. Sin embargo la relación entre ambas no prosperó. Cuando Roberto murió, la pequeña volvió a vivir con su madre, la mexicana radicada en Chile, Guadalupe Zapata Timberlake.

El primer reparto de la fortuna de Noble dejaba la mayoría accionaria (93%) del entonces endeudado Clarín a Ernestina, mientras que la hija recibió 11.374.957,56 pesos de aquel entonces en concepto de propiedades o acciones en otras sociedades anónimas. La madre de Lupita llevó el asunto a la Justicia tratando de impugnar el casamiento y además, recurriendo a otro de los tantos testamentos firmados por Noble. Pero nada prosperó.

La relación entre ella y Guadalupe se mantuvo quebrada durante muchos años, al punto de que la hija de Noble le reconoció a NOTICIAS en julio del 2007 que su diario de cabecera era La Nación y que no leía Clarín.

Tras la muerte de Noble, tomó fuerza dentro del diario el ala vinculada al entonces secretario de Relaciones Económico Sociales de la Nación, Rogelio Frigerio (abuelo del actual ministro del Interior), del Movimiento Integración y Desarrollo (MID), hombre clave para que el diario consiguiera entonces los créditos bancarios con los que sobrevivía. Con la llegada de los simpatizantes del MID a la redacción de Clarín llegó, en 1972, Héctor Magnetto, quien rápidamente se convirtió en gerente general y, además, se volvió la mano derecha de Herrera de Noble dentro del medio. El hoy CEO del Grupo no sólo logró pilotear la crisis económica que Clarín atravesaba, sino que lo posicionó como el diario en español más leído del aquel tiempo. Con la velocidad con la que ascendió en su trabajo, se ganó la simpatía de la viuda de Noble. Y juntos protagonizarían las próximas cuatro décadas.

La implicación de Magnetto con su trabajo, y con la familia Noble, fue tal que las mucamas de aquel entonces confesaron que después de atender a Ernestina debían pasar por el despacho de él para responder una serie de preguntas. “De temas domésticos. De intimidades no, de eso se encargaban los choferes”, contó una de ellas.

Obsesivo de su trabajo, se convirtió en el brazo ejecutor de Ernestina y fue quien elevó a Clarín a nuevos horizontes mientras se convertía en el mejor amigo de la familia. “Felipe lo quiere como a un padre y confía en él ciegamente”, destaca un allegado a la familia, quien agregó que aunque Marcela también confía, siempre tuvo una relación más distante. Los hermanos mantienen una relación fría, pero, tras la muerte de la matriarca, se unieron.

“Ernestina interrumpía sus vacaciones en Uruguay, tomaba un avión, firmaba lo que Héctor le decía que tenía que firmar y se volvía de vacaciones”, explica un conocedor de los pasillos de Clarín. Si bien la viuda nunca dejó de ser la directora del medio, la toma de decisiones fue recayendo cada vez más en él. Era su confidente.

El holding hoy vale, según las acciones que cotizan en la bolsa a abril del 2015, 4.200 millones de dólares. Hasta la muerte de Ernestina, cuatro personas poseían el 80% de las acciones. Noble (49,7%), Magnetto (29,8%) y sus dos amigos, José Antonio Aranda (10,3%) y Lucio Pagliaro (10,2%). Estos porcentajes, según la versión del propio Grupo Clarín, serían un 35% para Ernestina y Magnetto, en partes iguales, y el 15%, también en partes iguales, para Pagliaro y Aranda. Ahora serán los hijos de la dueña quienes la reemplazarán en la empresa.

Contra la ley

A pesar de dirigir durante casi medio siglo el diario con mayor tirada del país, Ernestina siempre optó por no aparecer en los medios. Pero en 2003 publicó una carta abierta luego de haber sido detenida por una denuncia de Abuelas de Plaza de Mayo en la que se presuponía que Marcela y Felipe, sus hijos adoptados, podrían ser hijos de desaparecidos. La causa estuvo abierta durante más de una década y se convirtió en un slogan para el kirchnerismo, hasta que fue cerrada. A pesar de eso, el estigma siguió hostigando a la dueña de Clarín: las adopciones registraban visibles irregularidades.

Similar suerte corrió Ernestina con la otra causa que la persiguió durante mucho tiempo: Papel Prensa. Se la acusaba de haber coaccionado a sus competidores al amparo de la dictadura para quedarse con esa empresa.

Ernestina Herrera de Noble se fue en silencio. La mujer que condujo el holding más importante de la Argentina, que llevó a la realidad ese axioma que indica que “es imposible gobernar con Clarín en contra” (menos para CFK).

Llegó a ser una de las empresarias más importantes de la Argentina. Murió como vivió: con perfil bajo y sin soltar el poder, hasta en el último suspiro.

por Pablo Berisso, Marcos Teijeiro

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