Guillermo Nielsen, ex secretario de Finanzas del primer kirchnerismo y actual dirigente del Frente Renovar, elucubra que “puede que los bancos colocadores del bono a 100 le hubieran argumentado al Gobierno que le convenía emitirlo para convencer a Morgan Stanley de subir a la Argentina a mercado emergente”. El británico HSBC, el norteamericano Citibank, el español Santander y el japonés Nomura colocaron el título y cobraron por esa tarea 3,3 millones de dólares, según reconoció hoy una resolución del Ministerio de Finanzas. “Fue un error haberlo emitido: había que quedarse haciendo las cosas bien 12 o 18 meses y recién ahí emitirlo. Estando como país de frontera esperar un éxito en las tasas es delirante. La decisión de mantenernos como mercado de frontera es más para que el Gobierno haga los deberes, pique las piedras, revise partida por partida para bajar el gasto, que a un horizonte político de que gane Cristina (Kirchner) en las elecciones (legislativas de octubre próximo)”, argumenta Nielsen.
El que fuera secretario de Finanzas cuando Néstor Kirchner y Roberto Lavagna reestructuraron la deuda en 2005 advierte además sobre el creciente endeudamiento en un país con ocho defaults en 100 años: “Hay que ser extremadamente prudentes en el camino de la deuda. El mundo no nos va a tolerar los mismos ratios de deuda/PBI que a México y Brasil. Andamos en otro andarivel más restringido. La otra cuestión es que tenemos un atraso cambiario muy grande, y eso se ve desde el precio de la leche hasta que los departamentos de Puerto Madero están más caros que en Madrid. Un salto del tipo de cambio te pegaría en el coeficiente deuda/PBI en forma dramática”.
Sobre eso escribió el economista Juan Manuel Telechea, ex integrante del equipo de Axel Kicillof, en el Instituto Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala. Telechea pretende rebatir el argumento del Gobierno de que la deuda aumenta poco porque toma como medida su relación con el tamaño de la economía. El Ministerio de Finanzas sostiene que la deuda pública bruta (incluida aquella que el Tesoro mantiene con el Banco Central y otros organismos públicos y que, por tanto, es fácil de refinanciar) subió sólo del 53,5% del PBI en 2015 al 54,2% en 2016. Admite que redujo el pasivo intra sector público del 30,6% al 27,5% porque, por ejemplo, quiso mejorar el balance del Central y le canceló deuda con emisión de bonos en el mercado. Reconoce que la deuda con inversores privados, que es lo que correría riesgo de default, subió del 16,4% al 21,1%, en parte porque se pagó a los fondos buitre y así la deuda en cesación de pagos de 2001 se redujo del 4% al 1,7% del PBI. Las obligaciones con organismos multilaterales, a los que siempre se les pagó en tiempo y forma, bajaron del 6,4% al 5,5%.
Pero Telechea recomienda mirar cómo suben los montos en dólares: el pasivo total subió en 2016 unos 34.781 millones o 14,5%, hasta 275.446 millones, y con el sector privado creció 33.474 millones o 45%, a 107.453 millones. En 2017 continúa el aumento de las obligaciones con inversores. “En los tiempos de (José Alfredo) Martínez de Hoz (1976-1981) y de la convertibilidad (1991-2001), el ratio deuda/PBI se mantenía planchado hasta que se cortó el chorro del financiamiento, se devaluó el peso y el ratio saltó por los aires", recuerda Telechea. Cuando se deprecia la moneda nacional, la deuda –cuyo 68% está en divisas– crece en relación con el tamaño de una economía devaluada en pesos. Así es que el ratio deuda/PBI saltó del 26,5% del PBI en 1981 al 55,2% en 1982, pese a que en términos de dólares apenas subió, y lo mismo sucedió entre 2001, cuando era del 53,7%, y 2002, cuando se elevó al 147,3%. “Lo actual es sostenible hasta que te banquen los mercados. Lo que ya aumentó es el pago de intereses y ahí vas a tener un problema de sostenibilidad”, opina Telechea.
Confianza
Pero Gloria Sorensen, economista del BBVA Banco Francés, considera que “si bien hay riesgo, no es sumamente grave”. En primer lugar, porque la deuda con el sector privado es mucho menor que en tiempos de la convertibilidad, cuando no había obligaciones intra sector público. En segundo término, en 2001 regía un tipo de cambio fijo, con lo que una devaluación iba a ser abrupta, mientras que el actual régimen flotante habilita depreciaciones graduales. “Además hay menos atraso cambiario que en la convertibilidad. Lo que haría insostenible la deuda es un atraso cambiario sostenido por el Central y con una economía sin crecimiento. Si se cumple el sendero oficial de reducción de déficit, de un punto del PBI por año, y la economía crece al 3% anual, la deuda se mantendrá debajo del 50% del PBI, gracias a que partiste de un nivel bajo de deuda”, reconoce la economista del banco español.
Economistas de diverso pensamiento criticaron el bono a 100 años y advierten sobre la decisión de Morgan Stanley de mantener a la Argentina como mercado fronterizo. Uno de ellos es Arnaldo Bocco, director del Observatorio de la Deuda Externa de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET): "La deuda que tomás con el sector privado va a gasto corriente y a financiar la fuga de capitales. La inversión grande tipo Belgrano Cargas se financia con organismos multilaterales y otros países. Estás generando 14.000 millones de dólares de intereses a pagar en 2018, el equivalente a un mes de recaudación tributaria".
Fabio Rodríguez, de MyR Consultores, destaca:"Se parte de niveles muy bajos de deuda, pero la vulnerabilidad es creciente, aunque el ritmo en que aumenta es bajo. No podemos sostener en 2018 y 2019 el mismo ritmo de 35.000 a 40.000 millones de emisión de deuda por año. El déficit fiscal se financia con deuda, hay que moderarlo, pero además la economía debe crecer. El atraso cambiario no puede seguir. Somos vulnerables a un shock externo". El tiempo dirá.
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