Las advertencias habían sido varias. Los episodios violentos, peleas y reconciliaciones se sucedieron por cinco años. Sin embargo, nadie fue capaz de prever el brutal desenlace. Fernando Pastorizzo, un joven de 20 años, fue asesinado por Nahir Galarza, su novia, de sólo 19. Y aunque una pericia determinó que la joven efectuó los dos disparos, ella se adelantó a confesar haberlo hecho. Gualeguaychú no sale de su estupor y mientras la Jusiticia trata de determinar qué fue lo que pasó la fatídica madrugada, todos comienzan a preguntarse qué pasó (y pasa) por la cabeza de Nahir. Cómo una chica con una carrera universitaria, de clase media y una vida social activa decidió acabar con la vida de su novio. Y destruir la propia.
Los testimonios desde la ciudad entrerriana hablan de una relación tormentosa y enfermiza. De hecho, Pastorizzo dejaba constancia de esto en su cuenta de Twitter. “Hay personas enfermas, eh", escribió el 20 de noviembre. Nueve días después publicó: “Qué alivio sacarse algo tan pesado de encima”, refiriéndose a que su relación con Galarza había terminado. La catarsis virtual siguió el 10 de diciembre: “Qué enferma esta mina, por Dios”. Y un sugestivo: “Hay que estar mal de la cabeza, si no, no se entiende”. Incluso durante Navidad, el joven continuaba con el relato: “Está loca enferma de la cabeza mal, nunca me va a dejar tranquilo”.
Sin embargo, nadie imaginaba este final y muchos aún se preguntan cómo puede haber sucedido. Un combo entre soledad y consentimiento que resultó fatal.
Apariencias. “'El hombre es el lobo del hombre'. Somos capaces de matar sin ningún problema. No importa el estrato social, sino la estructura psíquica de cada persona”, explica el psiquiatra forense Enrique De Rosa para tratar de responder uno de los grandes interrogantes que rodean el crimen: ¿Qué lleva a una chica joven, bonita, formada y con un futuro promisorio a cometer un homicidio?. El especialista, además, asegura que la pulsión homicida está presente en todos los seres humanos, sólo que a través de la vida en sociedad y la culturización, ese impulso queda refrenado. En el caso de Nahir, algún elemento de su psiquis hizo que pierda el control.
“Todos los seres humanos tenemos una pulsión de agresión. Es natural, propio de la especie. En este caso se produjo una pérdida en la represión sobre ellos. Para determinar por qué habría que descubirir otro tipo de cuestiones familiares y propias de ella que podrían dejarnos ver las causas”, detalla la psicologa social Analía Forti, quien afirma que el ambiente que rodea a cada individuo es determinante: “Una cosa es crecer en un contexto donde la muerte y la violencia forman parte de tu día a día. No todos le asignan el mismo valor a la vida”, puntualiza.
Esto no quiere decir que todos los seres humanos sean potenciales asesinos, sino que hay contextos y cuestiones inherentes a cada uno que puedan hacer que la pulsión homicida no pueda ser inhibida. Según quienes la conocieron, la joven se crió en un contexto de consentimiento: “Y los chicos que se crían con todos los deseos y caprichos cubiertos, de grandes, no pueden tolerar que sus deseos no se cumplan porque no desarrollaron la capacidad de frustración”, puntualiza la especialista.
En el caso de Nahir, no resisitió el fin de la pareja: “Probablemente él haya querido terminar la relación y ella, ante una situación de amenaza de abandono, no lo pudo tolerar por una cuestión de inestabilidad de su personalidad y la reactividad al abandono”, afirma Forti.
Para la familia, en cambio, el accionar de la joven está vinculado a la relación violenta que mantenía con Pastorizzo. “Si me preguntas por qué lo hizo, no lo sé. No sé qué le pasó por su mente, no lo sé. Por más que uno intente, es su mente. Para mí es el hostigamiento que sufría por él. Pensó que esto no iba a terminar más, que esto iba a seguir. Y tomó la peor de las decisiones”, dijo Marcelo Galarza, el padre. Yamina Kroh, la madre, aseguró que incluso vio a su hija con moretones y ella le dio entender que fueron causados por su novio, pero rechazó hacer la denuncia.
Morbo. Joven, inteligente, linda, sociable, con proyectos y toda la vida por delante. Esas son sólo algunas de las características de Nahir que se citaron para dar cuenta de lo inexplicable del hecho. Porque aunque un asesinato siempre es difícil de justificar, esta homicida se aleja de los estereotipos tanto por su apariencia como por el estrato social al que pertenece. “Si hubiera sucedido en el conurbano no nos habría causado el mismo impacto”, asevera Forti quien explica que inconscientemente todos asociamos los estratos de bajos recursos y de menor acceso a la educación con los episodios violentos y naturalizamos que sí sucedan en ese ámbito. Pero en realidad, la especialista asegura que “la violencia atraviesa todas las clases sociales y todas las situaciones económicas. Hay tanta violencia en Fuerte Apache como en Nordelta, la diferencia radica en el tipo de episodios”.
Para De Rosa, la apariencia de Nahir también hizo que el “morbo” por el caso policial se alimentara. “La sociedad no le da el lugar de asesina porque la ve mujer, joven y linda. Pero en el fondo es una chica violenta y peligrosa”.
Mientras la causa avanza y los vecinos de Gualeguaychú realizan manifestaciones exigiendo justicia, Nahir continúa detenida. Las pericias tratarán de determinar qué fue lo que la impulsó a tomar la decisión, algo que todos, incluso su familia, no dejan de preguntarse.
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