Florencio Randazzo sacude las manos, los brazos apenas tostados, los dedos largos. La acusación de la mayoría del arco kirchnerista de que él le fue útil al oficialismo al presentarse como candidato en las últimas elecciones lo enerva, y lo pone frenético. “¡Cómo van a decir eso! ¡Si yo nunca me fui de donde estuve siempre! A ellos hay que preguntarles por lo que hicieron, por qué no nos dieron una PASO”, retruca, y cada palabra se pega a la siguiente. El nacido en Chivilcoy no puede con su genio, y ante el menor indicio de una chicana política Randazzo rompe con la tranquilidad de la playa pública de Valeria del Mar, donde vacacione hace más de veinte años. “Es que es un análisis poco serio… yo me quedé en mi espacio”, dice el dirigente para justificar el ardor de sus palabras.
Los días del ex ministro de Transporte de CFK, aún en tiempos de relax, son así. “Es que tengo una responsabilidad política”, asegura, respuesta que también vale para cuando lo consultan por el 2019. Aunque se levanta temprano, pasa horas en la amplia playa de Valeria, sale a correr a la tarde con alguno de los seis hermanos que lo acompañan en el retiro costero, e incluso lee, cuando puede, “El maestro ignorante”, de Jacques Rencière, Randazzo no termina de desconectar. Quizás el periodismo tenga que ver con eso: los flashes de los enviados a la costa, como los de NOTICIAS, no lo dejan de buscar, y él acerca el mate aunque rechaza una entrevista formal. Ante la consulta de la responsabilidad de su anterior jefa, Cristina Kirchner, en la última derrota legislativa del peronismo, Florencio no se cuida: “Fue un error desde la soberbia, privilegió su construcción personal por sobre la del movimiento”. Si se lo piden, con algo de insistencia, Randazzo rememora esa ya famosa reunión con la líder de la oposición, en su departamento en Recoleta, en medio de la última campaña. “Como cuando me quiso poner de gobernador, me ofreció ir de diputado. Ella me quería convencer de que con eso íbamos ‘a gastar tres meses discutiendo la interna’ en cambio de los problemas reales que genera el macrismo. Yo me mantuve firme: sólo quería unas PASO dentro del peronismo, donde estuve siempre, con la misma coherencia del 2015. Es un delirio, pero a cualquiera que piensa un poco distinto lo descalifican”.
Para el gobierno no escatima críticas –“no sorprendieron, hicieron lo que pensábamos que iban a hacer, pero faltan a la verdad, aumenta el transporte y dicen que vamos a pagar menos”-, y se muestra algo optimista con el futuro del partido: “Todos son bienvenidos al peronismo… aunque es difícil intentar competir desde ese espacio cuando hace poco te fuiste”.
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