Hace dos décadas, cuando las disquerías eran parte del paisaje urbano, aparecía en las bateas de folclore argentino el primer CD de Luciano Pereyra –“Amaneciendo”, 1998–, joven promesa musical, 17 años, ex niño “Festilindo”, vecino y ahijado artístico de Horacio Guarany. Nueve álbumes y muchos escenarios después, tras coquetear con el bolero y el tango, Pereyra reúne ahora casi 800.000 oyentes mensuales en Spotify y transmigró a las listas de pop latino. Aunque las raíces, dice, donde estaban quedarán: “La música que hago quizás sea como un árbol, porque el árbol busca diferente espacio, diferente cielo, diferente aire y diferente luz para crecer, pero la raíz es la misma. La raíz también crece y hay que regarla; lo hago poniéndole sicus, quenas, charangos, la mezcla de algo latino con algo andino, mi raíz folclórica está, pero quiero seguir creciendo. Siempre digo que la música no es para comparar sino para disfrutar”, afirma Pereyra.
Noticias: Sin embargo, la música, o el oyente, se prestó muchas veces a comparaciones y a esa pasión argentina de establecer antinomias: Redondos o Soda Stereo, Beatles o Rolling Stones, tango o folclore, Piazzolla o el tango clásico, cumbia o rock, etc.
Luciano Pereyra: Sí, es cierto, pero se ha ido rompiendo esa cosa de juzgar, gracias a Dios. Se ha ido rompiendo desde que Andrés Calamaro grabó tangos, desde que Fito Páez y Mercedes Sosa se juntaban y hacían lo suyo. Ya lo hacía Horacio Guarany: tiene una canción que se llama “Manhattan”, que le escribió a esa ciudad. Mercedes Sosa cantaba en tantos idiomas, fusionándose con otros artistas, y hasta cantó con Luciano Pavarotti acá en la cancha de Boca. ¡Qué más mezcla que esa querés!
La charla tiene lugar en una sala moderna y vidriada de Universal Music, sello con el que planea los últimos detalles del festejo de sus 20 años en la ruta, una serie de eventos que comenzó en abril pasado con giras por los Estados Unidos y España –como artista invitado de David Bisbal–, y que cubrirá la Argentina de Norte a Sur, saldrá por Uruguay, Chile y México, y volverá para coronar 2018 a toda orquesta el 8 de diciembre en el estadio de Vélez Sarsfield. “Ando con esa ansiedad de arrancar una gira de nuevo, con todos los preparativos y la preproducción”, cuenta Pereyra, quien vino a la entrevista con su inseparable amigo Rocky, perrito corto raza calle, echado en la silla de al lado. “Ya empieza a llegar el material: las imágenes, los videos, ya tenemos esta intro, al director musical y hay que compaginar. Eso es la previa y aprendí a disfrutarla a lo largo de los años. Después llega el concierto y no hay vuelta atrás: te subís al ring, te sacan el banquito y estás vos solo”.
Noticias: ¿Qué hace cuando no hace música?
Pereyra: Tengo mi departamento en Buenos Aires y tengo mi casa en Luján, donde trato de pasar la mayor parte del tiempo. Mientras trabajo, estoy acá; mis días libres son en mi casa con mis perros, mi familia y mis amigos de toda la vida. Me gusta ir a desayunar a la estación de servicio de siempre, estar en mi casa y que se arme el asado, o el partido de truco o el de fútbol. Me gusta salir a correr, andar en bicicleta, jugar al tenis, paddle, cualquier deporte, lo que se arme, estoy. Me gusta rodearme de mi gente porque es una dosis de energía que necesito para cuando me voy. Eso es fundamental.
Noticias: ¿Escucha música?
Pereyra: Sí, soy de escuchar y no de prestarle atención. Más en esta etapa donde estoy muy metido con la preproducción. Me está pasando que voy a Luján y ni siquiera prendo la radio del auto, voy como en silencio. En Luján hay demasiada naturaleza como para andar interrumpiéndola con música. Me gusta mucho escuchar qué pasa en la naturaleza, no soy un hippón ni un bohemio, pero me gusta la naturaleza, me crié con eso y a cierta edad agarra cierta nostalgia y me gusta más la música de la naturaleza que la que puedo poner. Igual son momentos. Por ejemplo: viene un amigo, el asador oficial del grupo, y lo espero con el parlantito, la copita de vino, y ya ponemos folclore, vienen los amigos, mis padres y se armó. El resto es “La vida al viento” (Así se llama su álbum más reciente, editado en 2017).
Noticias: Horacio Guarany era parte de esa gente suya, ¿qué es lo que más recuerda o extraña de él?
Pereyra: Lo extraño mucho, fue familia, fue paternal. Con él extraño los silencios. Terminaba una gira, dejaba las valijas en mi casa de Luján, agarraba la bicicleta y me iba a su casa, porque vivíamos a diez cuadras. Llegaba y me estaba esperando a la tardecita con un mate o con alguna picadita en el verano, o si era invierno me esperaba con un guiso y comíamos algo. Él estaba debajo del sauce esperándome con el mate. Charlábamos de la vida, literatura, filosofía de la buena y la barata, de los viajes. Por momentos no hablábamos, podíamos pasar una hora y pico, mate de por medio, y nada. Alrededor pasaban pájaros, sus perros, el viento en el pasto, los silencios y nada más. Siempre dije que él fue para mí un árbol muy sabio. Los árboles son sabios, y él tenía cara de árbol tallado. Lo mirabas de cerca y era un árbol, estaba tallado en madera. Tanta historia, tanta sabiduría, y lo pude disfrutar mucho. Aún hoy, en su ausencia, me sigue enseñando.
Noticias: Hace 20 años que recorre el país de punta a punta, ¿cuál es su impresión del momento que atraviesa?
Pereyra: Me da mucha tristeza, me da mucha tristeza tanta mentira, me da mucha tristeza tanto engaño, me dan mucha tristeza tantas necesidades. Duele porque uno da el voto, que no es sólo el voto de la urna sino un voto de confianza, y creo que el político en sí, sin distinción de partidos, ha perdido credibilidad y el pueblo no es tonto. Cuando el pueblo empieza a dejar de creer, cuando han tratado de dividir al pueblo en beneficio de ellos, ahí está el error, y me duele porque no quiero un pueblo separado, quiero un pueblo unido. De repente ves que tiran bolsos, que aparecen cuadernos o los Panamá Papers, todos tienen su manchita, y digo “Qué pena”, porque tengo la posibilidad de viajar por todo este país, que es tan rico y lo devastan tanto. Ya sé que las comparaciones son odiosas, pero vas a otros países, vas a un pueblito y decís “Pucha, qué pueblito chiquito”, pero lo ves limpio, ordenado y veo mi ciudad, la ciudad de Luján, y cuando entro veo basura por todos lados y de fondo una catedral envidiada en el mundo, que podría ser tranquilamente una capital de Europa. Veo un país triste y muy golpeado, a la clase media y baja no les alcanza la plata. La gente tiene hambre, no es “una sensación”, no, señora, señor, acá la gente tiene hambre, no tiene techo, no tiene dónde dormir. En Luján se le inunda la casa a la gente que está al lado del río. Estoy harto de la palabra grieta, todo es división.
Noticias: ¿Cómo le va en México, un mercado al que empieza a llegar con su música por primera vez?
Pereyra: Muy loco, está buenísimo. Los otros días estuve promocionando el concierto en una firma de discos y decía “Qué lindo, es como hace 20 años atrás pero con 20 años de experiencia”. Y eso me encanta porque es un desafío, porque me mantiene vivo, me renueva la energía. Me encanta el proceso. Es muy lindo porque termino de hacer toda una gira de promoción, me cambio y salgo a caminar tranquilo, me tomo un cafecito, disfruto, miro el paisaje, a la gente, voy a un museo. Disfruto mucho más. Los desafíos en mi trabajo son importantes para renovar la energía, no voy en plan de conquista, voy en plan de aprendizaje y de compartir. Voy a compartir la música que hago con la gente que me quiere escuchar, no soy un conquistador, soy un repartidor de mis canciones y el resto es aprender y aprender.
Noticias: ¿Alguna vez renegó de su popularidad?
Pereyra: Claro, como en cualquier trabajo que un día no tenés ganas de ir a trabajar: odiás la previa, decís “Qué mierda hago acá, estoy cansado”. Ahora, pisé el escenario con la primera canción, miré al cielo y dije “Gracias Dios” porque todo el esfuerzo de lo que hago vale la pena por esta hora y media de felicidad que siento en mi alma a la hora de cantar, de poder comunicarlo a través de las canciones, eso no tiene comparación. Es como un jugador de fútbol que entrena toda la semana, yo lo mismo, entreno durante toda la semana para salir el fin de semana a mi cancha de fútbol, que es el escenario, y ahí es como una bocanada de aire tan... divino, diría, te lo llevaría hasta lo espiritual, no le encuentro explicación, pero es una sensación tan linda estar ahí arriba cantando, me siento tan pleno que es una bendición.
Noticias: ¿Cómo se imagina 20 años después?
Pereyra: Me gustaría formar una familia obviamente y me imagino disfrutando de ellos. Me imagino trabajando porque es una manera también de seguir creciendo y lo que quisiera de acá a 20 años se refleja un poco en mi último disco: la vida al viento. Voy a seguir trabajando, pero que el viento me sorprenda con diferentes aires, que me permita conocer a alguien, el día de mañana a mi esposa y a la madre de mis hijos, a mi familia, donde me encuentre, pero con salud, que eso es lo importante.
Noticias: ¿De salud está bien?
Pereyra: Bien, súper bien.
Damián Richarte
@DamianRicharte
por Damián Richarte
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