Aquellas personas que hacen actividad física con regularidad tienen (en promedio) 1,5 menos días de trastornos mentales y emocionales al mes, comparados con quienes viven pegados a la silla, el sillón o la cama. Los deportes de equipo, andar en bicicleta, correr e ir al gimnasio son las actividades que aparecen como las que aportan la mayor reducción de problemas mentales, de acuerdo con un estudio hecho sobre 1,2 millón de personas en los Estados Unidos.
La investigación observacional, la más grande de su tipo hecha hasta el momento, fue publicada en The Lancet Psiquiatry, una de las revistas científicas más prestigiosas y serias del mundo médico. Y algo más llamativo aún: según los resultados obtenidos, hacer más ejercicio no siempre es mejor, sino que lo importante es que la actividad sea regular y forme parte de un estilo de vida: 45 minutos de tres a cinco veces por semana resultaron ser los más beneficiosos que tres horas los siete días de la semana.
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Antecedentes. Que hacer ejercicio reduce los riesgos de mortalidad por enfermedades cardiovasculares, infartos y diabetes (entre otras causas) es un dato que el mundo médico-científico da por comprobado. Pero la relación de la actividad física con la salud mental seguía siendo poco clara y el problema mayor estaba en que, aún cuando la evidencia muestra que la actividad física fortalece la salud mental, no se ha logrado establecer claramente qué va primero, si la causa o la consecuencia. La pregunta es si la inactividad es síntoma o es promotora de ciertos problemas mentales, y si estar en movimiento es un signo de resiliencia, o si la potencia.
"La depresión es la principal causa de discapacidad en el mundo y es urgente que podamos hallar modos de mejorar la salud mental de las personas a través de campañas de salud pública -asegura Adam Chekroud, psiquiatra de la Universidad de Yale y coautor de la investigación-. Una de las conclusiones más interesantes de este estudio es que no es preciso recurrir a actividades exóticas. Los beneficios más determinantes están al alcance de la mayoría de la gente.”
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Chekround es contundente, y optimista: "Hacer actividad física regularmente está relacionado con una mejor salud mental, sin importar edad, raza, género, nivel educativo o situación socioeconómica. Lo que sí vemos que importa, y mucho, es el tipo de ejercicio que hacen las personas, su frecuencia y la duración del mismo en cada ciclo. Por eso estamos formulando la manera de personalizar las recomendaciones de actividad física para que cada personas pueda encontrar el régimen de ejercicios que más la ayude a mejorar su salud mental”.
“Hay mucha literatura científica que muestra cómo las personas que tienen depresión y toman antidepresivos y además hacen ejercicios de manera regular mejoran mucho más su salud mental y emocional que quienes sólo se aferran a las pastillas”, explica el psiquiatra. El problema de la vida cotidiana es que no son muchos los especialistas que toman en cuenta este dato y planifican un tratamiento para sus pacientes que incluya no sólo medicación, sino también rutinas de actividad física y psicoterapia.
El detalle. Para realizar el estudio, los investigadores analizaron datos provenientes de 1,2 millones de personas adultas de todas las provincias de los Estados Unidos que habían completado la encuesta del Sistema de vigilancia de factores de riesgo comportamentales hecha en los años 2011 y 2015, dependiente de los Centros de Control de Enfermedades (CDC) de ese país. Entre la información recolectada, se incluyen datos demográficos, salud física, salud mental y rutinas saludables. Dentro de los desórdenes mentales, el estudio tomó en cuenta la depresión como punto central.
A los participantes se les pidió que calcularan cuántos días del mes anterior a la encuesta calificarían como “no buenos” por problemas de tipo emocional, estrés y depresión. Además, los investigadores les preguntaron cuán seguido habían hecho actividad física fuera de la que pudiera exigir su trabajo, también cuántas veces por semana o por mes habían realizado esa actividad física y por cuánto tiempo.
Los resultados fueron ajustados según la edad, el género, el nivel educativo, los ingresos económicos, la situación laboral (en el sentido de si las personas estaban desempleadas, o trabajando en blanco o en negro), el índice de masa corporal (es decir, si la persona es delgada o si posee algún tipo de sobrepeso, y si así fuera de cuánto), problemas de salud física y diagnósticos previos de depresión.
Cada una del 1,2 millón de personas encuestadas habían experimentado un promedio de 3,4 días de salud mental deficitaria al mes. Es decir que durante más del 10% del tiempo habían estado sufriendo. Y eso es sólo el promedio. Comparadas con las personas que informaron no hacer actividad física, quienes sí ejercitaban resultaron tener un 43% menos de días grises. Así es como surge el promedio que se dá como resultado general del estudio, de 1,5 menos días de depresión mensual cuando la actividad física es metódica. En términos cotidianos: dos días menos de problemas mentales.
Otro dato importante que surge del estudio es que la mejora en la salud mental se da con más fuerza entre quienes ya habían sido diagnosticados con depresión. En esos casos, las personas que no hacen actividad física habían tenido (siempre en promedio) 11 días con una mala salud mental, mientras que moverse reducía esa cantidad de días tormentosos a 7. Es decir que andar en bicicleta, correr, ir al gimnasio, implicó para las personas con antecedentes de depresión una mejora del 35%.
Los responsables del estudio incluyeron en el mismo diversos tipos de actividad física (que sumaron en total 75, agrupados en ocho categorías), desde cuidar niños pequeños, limpiar la casa, cortar el césped y pescar, hasta correr, esquiar, ir al gimnasio o andar en bicicleta. Todos esos tipos de ejercicio aparecen asociados con una mejora en la salud mental, pero algunos generan más beneficios que otros.
Los deportes de equipos aparecen disminuyendo los trastornos mentales en un 22%, seguidos por andar o entrenar en bicicleta (21%) y hacer ejercicios de tipo aérobico o gimnástico (20%). Independientemente de eso, hasta las tareas domésticas ayudan a dar la batalla, aumentando los días libres de depresión en un 10%.
Chekround y sus colegas hallaron que los ejercicios que incluyen mindfulness, tales como el yoga y el tai chi, tienen más beneficios para la salud mental que caminar, por ejemplo. El dato va en línea con otras investigaciones que muestran cómo la vida social y la meditación mejorarían la salud mental.
Transpirar regularmente la camiseta ayuda más contra la depresión que otros factores. Las personas con una educación universitaria experimentaron una mejora del 18% en la cantidad de días en los que se sienten mentalmente bien, comparados con quienes no tienen educación. Entre quienes poseen un índice de masa corporal normal mostraron la mejora fue del 4%, comparados con los obesos. El nivel de ingresos económicos más altos redujo la depresión en un 17%. En todos los casos, la acción de la actividad física va muy por delante.
Pero no se trataría de hacer más ejercicio para “ser feliz”: quienes entrenan más de tres horas al día mostraron una salud mental menos saludable que quienes no se mueven de sus sillas y sillones. ¿Una explicación posible? Que la gente que hacen una cantidad extrema de actividad física (quitando a deportistas, atletas, bailarines) tendrìan personalidades obsesivas que afectan su buena salud mental.
"Anteriormente se pensaba que a mayor tiempo de entrenamiento, mejor salud mental, pero nuestro estudio sugiere que no es así. Hacer actividad física más de 23 veces al mes, o tener sesiones superiores a los 90 minutos están asociados a más problemas mentales”, explica Chekroud. Y añade: “El hecho de que los deportes de equipo estén vinculados con la menor tasa de malestar mental podría estar indicándonos que las actividades sociales promueven la resiliencia y reducen la depresión al disminuir el aislamiento”.
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