En plena temporada alta de Punta del Este, grandes bancos internacionales organizan charlas para sus más afortunados clientes argentinos a la vera de aquellas aguas uruguayas. En enero, JP Morgan convocó allí como expositor a Rodolfo Santangelo, socio en la consultora MacroView de Carlos Melconian, ex presidente del Banco Nación en el inicio de Cambiemos. En su power point, se advertía sobre el aumento de la deuda en el gobierno de Mauricio Macri.
“Un stock de deuda pública alto que requiere volver al mercado para ‘manejarlo’”, se titulaba una de las filminas. MacroView estima que la deuda pública bruta alcanzó 91% del PBI a fin de 2018, frente a 53% que había dejado Cristina Fernández de Kirchner y al 54% que había a fines de 2001, cuando se declaró el default. El salto se explica porque Macri cerró el pleito con los fondos buitre que había recibido como herencia, pero también porque en los primeros dos años de gobierno se endeudó para financiar un ajuste gradual del déficit fiscal primario (antes del pago de intereses de la deuda) y porque la depreciación del peso en 2018 contrajo el PBI, que se mide en dólares.
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Es de esperar que esta medida de la economía se vaya recomponiendo, en la medida en que se aprecie el peso, con lo que se reducirá la relación deuda/PBI, pero también aumentó el pasivo en dólares. Pasó de 240.665 millones en 2015 a 323.380 millones en 2018, es decir, unos 82.715 millones o 34%.
Claro que a partir del kirchnerismo no sólo debe considerarse la deuda bruta sino la neta, pues en el anterior período político comenzó el endeudamiento del Tesoro con otros organismos del sector público, como la Administración Nacional de Seguridad Social (ANSES), y con el Banco Central. Es así como en 2015, la deuda neta, es decir, lo debido a inversores privados y organismos multilaterales, ascendía a sólo el 22%. Tres años después, ascendió al 56%.
A calificadoras de riesgo crediticio como Moody's esta variable interesa más que la bruta, porque el riesgo de default es con el sector privado mientras que las negociaciones más duras y con condiciones se entablan con el llamado prestamista de última instancia, el Fondo Monetario Internacional (FMI), que volvió a aparecer como acreedor en 2018. En cambio, la deuda con organismos internos u otros internacionales, como los bancos Mundial e Interamericano de Desarrollo (BID), resulta fácilmente postergable con nuevos títulos.
En términos de dólares, la deuda neta se incrementó en 96.768 millones, o un 94%. ¿Por qué creció más que la bruta? Porque el Gobierno tomó deuda en el mercado para cancelar parte de la que tenía con organismos públicos (1.660 millones) y el Central (12.393 millones).
La deuda con el sector privado se elevó de 83.164 millones a 150.000 millones, unos 66.836 millones, del 18% al 42% del PBI. Pero además se amplió la porción de ese endeudamiento en dólares, lo que torna más difícil su repago: subió de 71.605 millones a 119.000 millones, del 16 al 33% del PBI. Lo adeudado en pesos aumentó en términos de dólares de 11.558 millones a 31.000 millones, del 3% al 9% del PBI.
Como en 2018 y 2019, el Gobierno ha recurrido al FMI, también aumentó la deuda con organismos internacionales: de 19.768 millones a 49.700 millones, del 4% al 14% del PBI.
La presentación de MacroView advertía que, más allá de la sequía del campo y la caída de los mercados emergentes en 2018 o del 28D (el 28 de diciembre de 2017 en que el jefe de Gabinete, Marcos Peña, cambió las metas de inflación del Banco Central), “el modelo tenía baja consistencia y sustentabilidad en el tiempo” y “el sector público tuvo que endeudarse para financiar 30.000 millones de dólares al año”. La consultora de Melconian y Santangelo recuerda que el mercado pasó de considerar la deuda “bajísima en 2015, 2016 y 2017, subestimando la exposición al tipo de cambio y la deuda con un Banco Central quebrado que requiere ser recapitalizado, a considerarla altísima”, pues ahora también le preocupan los 77.800 millones de dólares, o 22% del PBI, que el Tesoro le debe a la autoridad monetaria.
Numerito. MacroView relee los informes del FMI para señalar que el staff del organismo, que por estos días visita otra vez a la Argentina, considera la deuda “sostenible pero no con alta probabilidad”. El Fondo observa “riesgos significativos en un escenario de estrés” por “el alto peso de la deuda en moneda extranjera, las altas necesidades de financiamiento de la economía, la ambiciosa propuesta de consolidación fiscal, la deuda de las provincias y las contingencias derivadas de la necesidad de recapitalizar al Central, de las pérdidas de las empresas públicas y un sistema de jubilaciones desfinanciado”.
“Más allá del numerito del stock de deuda, el desafío es el pago de los flujos”, puntualiza MacroView. Así como Macri ha debido afrontar vencimientos de deuda por 49.300 millones de dólares entre 2016 y 2019, sumados los 18.000 millones que demandaban, con sentencia firme, los holdouts, él mismo o quien lo reemplace tendrá que desembolsar entre 2020 y 2023 unos 163.600 millones para abonar vencimientos del pasivo de largo plazo, siempre y cuando consiga superávit fiscal primario, pero además en 2020 enfrentará la renovación de Letras del Tesoro (Letes), títulos de corto plazo, por otros 9.000 milones.
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