Daniel Heymann, uno de los integrantes de la Academia Argentina de Ciencias Económicas, analiza la coyuntura: “Ya vimos la pertubación que trae la inestabilidad cambiaria. La Argentina es un país que mira automáticamente al dólar, algo que no es natural. Con un mercado de cambios tranquilo e inflación moderada, la prioridad debería ser fortalecer la actividad y deslizar el tipo de cambio, que es un elemento importante para el dinamismo exportador, que evita que nos quedemos sin dólares. Pero cuando sobresale una variable, que puede ser el dólar y la eventual repercusión en la inflación, se la atiende y eso tiene sus costos que habrá que atender más adelante, como el sacrificio de actividad económica y de recaudación impositiva, por su efecto en el déficit fiscal, los problemas de empleo y la caída del salario. Es como sostener platos con palillos: cuando uno vibra, hay que atenderlo, pero te hace vibrar otro”. Heymann, profesor de las universidades de Buenos Aires, La Plata y San Andrés, recurrer a otra metáfora: la “frazada corta”.
Corto plazo. “Este país está muy pendiente del corto plazo”, continúa el académico. “La reacción de los últimos días fue a pequeñas señales. El índice de precios de un mes genera una reacción rápida. Es una economía desanclada, no se sabe el punto fijo adonde va a volver, aunque hay un bagaje de experiencias de que la Argentina se recupera rápido en algún momento. Por eso es importante no generar dinámicas que desestabilicen la economía. Con inestabilidad no se puede hacer política económica”, concluye Heymann.
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