La ecología se convirtió en un valor central desde hace algunos años y hay países en los cuales ocupa actitudes cotidianas que en América Latina podrían ser vistas como utópicas, todavía. Y es que algunos países europeos, por ejemplo, tienen una trayectoria desde los años setenta del siglo pasado que se reproduce en todos los aspectos de la vida. Hay separación de botellas oscuras de botellas claras, entre otras sofisticaciones para conseguir el mismo fin de reciclar y tener una vida más sustentable.
En países asiáticos, como en ciertas ciudades de Corea del Sur, se implementan sistemas de medición de desechos y se establecen estímulos y penalidades económicas en función de su capacidad de ahorro de desechos. Songdo es una ciudad que tiene una logística de interconexión de ductos entre los hogares y casi todo lo que se desecha, y una conexión inteligente con toda la ciudad, de suerte tal que se optimice el consumo energético y se dé mayor eficiencia a la convivencia urbana.
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Nada menos que en China se está construyendo una ciudad forestal en las orillas del río Liujiang, en la zona de Liuzhou, al sur del país más poblado del mundo. Y es que no solamente significa un tema de conciencia ecológica, sino una forma inteligente y eficiente de optimizar recursos. Aunque este concepto nuevo de ciudad por ahora tenga pocos habitantes, intenta ser autosustentable y mejorar la calidad del aire en el que las edificaciones estarán integradas a la naturaleza por más de un millón de plantas y cuarenta mil árboles que estarán en los mismos desarrollos arquitectónicos de la ciudad, expandiendo a toda la una urbe el estilo del Bosque Vertical de Stefano Boeri.
Hace pocos días se presentó un concierto de Sir Paul McCartney en la ciudad de Buenos Aires que tenía una condición interesante relacionada con el uso de generación eléctrica alternativa para todo lo que requiera el espectáculo con aceite vegetal usado que resulta menos nociva para el medioambiente y fomenta la cultura del reciclaje. La sustentabilidad ecológica es algo que está instalado en buena parte de la sociedad y aunque todavía es imposible producir la cantidad de energía que requiere el planeta a través de generación limpia, la tendencia va cobrando fuerza entre la gente.
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Averiguamos por ello en nuestro país algunos aspectos relacionados con el reciclaje y los desechos. A nivel nacional el 52% dice que recicla, en la Provincia de Buenos Aires lo hace el 55% y en la Ciudad de Buenos Aires el 57%. Las mujeres, las generaciones más jóvenes y las personas con mayores comodidades económicas son los que más respondieron que utilizan de manera sustentable los recursos en sus hogares.
Por otro lado, la separación de la basura entre plásticos, botellas y los desechos orgánicos, son más frecuentes que el reciclaje. Siete de cada diez argentinos y ocho de cada diez porteños dicen que separan la basura. Los datos de Provincia de Buenos Aires se parecen mucho a los nacionales. Por el contrario, quienes más separan los desperdicios son las personas de edades mayores y las que tienen menores niveles de instrucción.
Es decir, que el hábito de la separación de la basura no tendría un origen de valoración ecológica, necesariamente, sino que también podría tener elementos de salubridad: evitar la descomposición, el mal olor y la acumulación de mosquitos e insectos.
Es probale que las valoraciones ecológicas puedan llegar por otras vías a estos grupos de la población. A lo mejor ciertos estímulos hacia este comportamiento podrían derivar en la conciencia sustentable que se logró con los niños y adolescentes de nuestra región a partir de la valoración de lo importante que es proteger al planeta.
por R. N.
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