En el año 2003 el país se propuso reconstruir el sistema científico. Para eso triplicó la cantidad de becas asignadas a estudiantes de la carrera de doctorado. Seis años después se incrementaba la cantidad de egresados de esa carrera. Para el año 2015, el número de doctores, científicos preparados en todas las disciplinas, se había quintuplicado pasando de 500 a 2.500 egresados por año.
El Plan Argentina Innovadora 2020 (AI2020) se propuso, entre otros objetivos seguir incrementando la cantidad de investigadores del país. La planta de científicos del Conicet pasó de 3.000 a 10.000 miembros en doce años.
A partir del año 2016 ese plan, que debió ser política de Estado, se discontinuó. La incorporación de investigadores en el Conicet se redujo al 40% de lo previsto y se dejó de incorporar personal en el resto de las instituciones del sistema.
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Para el año 2020, la diferencia entre los investigadores nuevos y los que se preveía incorporar según el Plan AI2020 será de, al menos, 3.000 jóvenes, que deberán optar entre buscar trabajo fuera del ámbito científico o emigrar, esperando que en el mediano plazo retornen al país otras políticas de desarrollo que vuelvan a considerar a la ciencia y tecnología como estratégicas.
Mientras tanto, los científicos que hoy están en el sistema tienen salarios devaluados en más de un 20%, estando los de menor poder adquisitivo por debajo de la línea de pobreza.
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Y al mismo tiempo sin fondos para comprar los insumos y equipos que necesitan para hacer su trabajo, dado que esas partidas han sufrido enormes recortes. En este camino, el futuro no es promisorio. No es por acá.
* Ex decano de la Facultad de Ciencias Exactas, UBA.
por Jorge Aliaga*
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