Los paros generales eficaces suelen marcar hitos en la temporalidad política. La huelga de hoy no es la excepción, al forzar un antes y un después que acelera la dinámica de la contienda electoral. El efecto más claro es el de consolidar la polarización social, dibujando en el pavimento la grieta que ordena y a la vez bloquea el escenario político argentino desde hace años.
Las referencias explícitas del clan Moyano y de la CGT a la fórmula Fernández-Fernández en la mañana del paro alimentan la visión tradicional que los mercados y la clase media de voto volátil tenían del kirchnerismo, a pesar de los gestos de aparente moderación que ensaya Cristina desde que se decidió a asomar la cabeza en el calendario electoral. La presión social de las bases, golpeadas por la recesión económica sostenida, empujaron a las cúpulas gremiales a improvisar la unidad que no tienen, lo cual favorece la aceleración de definiciones partidarias que propone el kirchnerismo. De hecho, el búnker de CFK acompañó el clima combativo del paro avisando públicamente que su fórmula bonaerense será Kicillof-Magario, un combo amenazante para al defensa territorial de la gobernadora Vidal.
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Pero la elección de dos incondicionales del cristinismo para pelear la Provincia también tiene el efecto secundario de confirmar la noción de que la apertura kirchnerista al resto del peronismo se limita a la rosca territorial en la parte baja, reservando la crema de la oferta electoral para Cristina y su núcleo obediente. Esa gestualidad no solo agrieta la interna entre justicialistas, también se replica en la opinión pública que ya empieza a manifestarse en los sondeos preelectorales.
Agradecido con el lento pero sostenido regreso del kirchnerismo a sus modales habituales, el Gobierno aprovecha para volver a apostar con sus viejas fichas. Patricia Bullrich le puso la frase simple y oportuna en la boca de la audiencia PRO, para procesar el molesto día de huelga: “Estamos hartos de paros”, disparó, mientras sus uniformados desplegaban la espectacular “Supervalla”, el chiche mecánico que enamoró a todos los noticieros de la mañana.
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Y mientras Moyano & Company dan su conferencia de prensa matutina, casi a la misma hora, Mauricio Macri festeja el Día del Ejército con un discurso de orden y progreso. La grieta perfecta.
*Editor Ejecutivo de NOTICIAS.
por Silvio Santamarina*
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