**** Quizás sea difícil de diferenciar, para quien no ha entrado en este juego, un superhéroe de otro. Pero cada uno tiene un problema con esa doble naturaleza humana-sobrehumana. Para Capitán América, el heroísmo es un deber; para Iron Man, una adicción. Pero Spider Man es otra cosa, siempre fue otra cosa porque es un adolescente: por un lado, un pibe que se fascina con ser secretamente ultrapoderoso; por el otro, un pibe angustiado por no saber qué hacer con todo eso. Bueno, como cualquiera de nosotros a los 16 años.
Aquí el personaje lidia con los efectos del final de Avengers-Endgame, lo que implica la partida de su mentor, por ejemplo. Y lo mismo les pasa a los espectadores: Marvel tiene que empezar (al menos en el cine, donde los actores cierran contratos o ceden a la biología) de nuevo.
Así que por una vez, la película refleja el estadio en el que los fans y los que siguieron con curiosidad y creciente empatía la serie se encuentran hoy. ¿Y ahora qué? es la pregunta central. La película respeta al personaje y lo que lo hace atractivo: la combinación de indefensión emocional con poder físico.
Falta que esto madure, y quizás falte –aunque Jon Watts hizo las cosas bien en Spiderman-Regreso a casa hace un par de años– un director que se apropie, como de algo personal, de este asunto. Mientras, nos divertimos porque Holland entiende todo y el resto del elenco, también.
PD: raro ver a Jake Gyllenhaal, que fue Donnie Darko y resignó ser el primer hombre araña en el cine (fue la primera elección antes de Tobey Maguire) en este contexto, casi una humorada.
Mirá el trailer:
(EE.UU., 2019, 130') Aventuras. Dirección: Jon Watts. Con Tom Holland. AM13.
por Leonardo D’Espósito
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