Una pregunta recorre los corazones de 7.825.998 votantes de la fórmula Macri-Pichetto: ¿será posible cambiar el resultado el 27 de octubre para ir a un ballottage con la fórmula kirchnerista?
Mi visión es que se puede y que vale la pena el enorme esfuerzo que esto significa aun en el difícil contexto de los próximos días, producto de los malos recuerdos que ha dejado el gobierno kirchnerista en los mercados.
No se trata, desde luego, de apelar a milagros ni a la fe sino de desarrollar un camino que ya ha comenzado a transitar el propio Presidente. En primer término, escuchar. Entender cuál fue el mensaje de las urnas. Qué expresaron los ciudadanos que tras elegirnos en 2015 y 2017 decidieron manifestar esta vez su descontento. Con humildad debemos reconocer el impacto que muchas de nuestras decisiones han tenido en la economía cotidiana de tantas familias de clase media que se encontraron durante los últimos meses en aprietos para llegar a fin de mes. El Presidente ya ha anunciado medidas dirigidas a aliviar y contener esta situación. Pero esto, el consumo de los sectores medios, es una condición necesaria pero no suficiente.
Existen tres pilares en el ADN de nuestra fuerza política a reforzar. El primero de ellos es la proximidad. Debemos lograr que la tarea de gobernar y que los despachos no limiten nuestra cercanía con cada argentino, con sus problemas, sus angustias o sus dificultades. Estar junto a ellos como lo hemos hecho tantas veces, escuchar, conversar con todos. Profundizar nuestro vínculo emocional con cada uno. Explicar nuestros errores, somos parte de esa misma sociedad que nos eligió.
El segundo concepto clave es la positividad. La política debe salir del universo de lo dramático y lo negativo. Nos hemos encerrado, producto de la desquiciada grieta, en un discurso anti. Sin embargo, nuestro principal fundamento son los valores compartidos: la libertad, para crear, para desarrollarnos, para expresarnos, para vivir seguros. Ser positivo no es ser ingenuo o naif frente a los graves problemas de nuestra sociedad. Por el contrario, es plantear que los problemas tienen solución y que el trabajo de la política es resolverlos. El tercero, y quizás el más importante, es el futuro. No estamos aquí sólo para oponernos al pasado. El pasado ya pasó. Lo conocemos. Conocemos su fracaso, sus peligros, su autoritarismo.
Pero tenemos por delante la construcción de una sociedad abierta, democrática, libre y plural. Que no es sólo para unos pocos privilegiados sino para todos. El futuro es el de las transformaciones tecnológicas pero también el de la inclusión, sin diferencias de género y en un ambiente sustentable.
El proyecto del cambio de la Argentina podría estar a punto de ser cancelado por la vieja tradición populista. Para seguir adelante tenemos que reencontrarnos con cada argentino desencantado que no ha resignado sus sueños de vivir en el país que merece.
* Secretario de Cultura de la Nación.
por Pablo Avelluto*
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