Cuando en 1968 Beate Klarsfeld abofeteó al entonces canciller alemán Kurt George Kiesinger, para denunciar su pasado nazi, la acción se difundió en el mundo entero y sirvió de inspiración a miles de jóvenes.
A partir de esa época, junto a su marido, el abogado de origen rumano Serge Klarsfeld, cuyo propio padre murió en Auschwitz, se dedicaron a perseguir a los criminales nazis que, ocultos de diversas formas en distintos puntos de Occidente habían logrado sortear el castigo de la justicia. Juntos estuvieron varias veces en Sudamérica. Y fue particularmente célebre la búsqueda del llamado “asesino de Lyon”, Klaus Barbie, oculto en Bolivia, al que desenmascararon y consiguieron sentar en el banquillo de los acusados en Francia.
Beate ha llegado a la Argentina para presentar las “Memorias” que escribió junto a su marido, editadas aquí por Libros del Zorzal y Edhasa. La acompaña su hijo Arno, un importante abogado que trabaja en Francia, Consejero de Estado, incansable luchador por los derechos humanos y rerpesentante de los hijos de los deportados franceses.
Según cuenta a NOTICIAS, Beate vino por primera vez a la Argentina en 1977, en plena dictadura militar para pedir por los derechos humanos y alertar sobre el antisemitismo del régimen.
“No creo en las protestas a la distancia. Para defender los derechos humanos hay que estar en el lugar de los hechos”, les explicó a NOTICIAS.
“El respeto de la dignidad humana exige el cese de los crímenes, la tortura y los secuestros arbitrarios, en las peores condiciones”, decía en el texto de protesta que sólo publicó el Buenos Aires Herald.
por Adriana Lorusso
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